No busques poesía tradicional en este blog. Esto es lo más parecido a un poema que soy capaz de escribir.

lunes, 25 de diciembre de 2023

Balance

Me conformo con poco, ya no necesito demostrar(me) nada. No sé si es por pereza, por cansancio o por querer hacerme la vida algo más fácil, pero hace tiempo que las apariencias, a mí, ya no me engañan. Intento pocas cosas, no soy demasiado curiosa, pero si me propongo algo: pruebo, aun con miedo. Me atrevo y si fallo no lo vuelvo a intentar, cuando no lo consigo a la primera desisto a la segunda de cambio. No soy valiente siempre, soy cobarde la gran mayoría de las veces. No mido mi talento como lo hacen algunos con sus miembros. Sé que lo tengo, aunque a veces me cueste verlo.

Me observo en el espejo y ensayo mi discurso, pero he dejado de creer(me)lo. Me sobra gente y me falto yo. Cuando hago las cosas por costumbre, suelo aburrirme. Ya no voy detrás de nadie y mucho menos de quien se cree que va por delante. Voy con todo, aun a riesgo de volver sin nada, porque ya no hay nada material que me preocupe perder. Empiezo por el final como principio y principios tengo muchos; y si estos no te gustan, aún tengo más, los puedo hasta regalar.

Estoy a vueltas con la vida, la moratoria concedida se ha pasado de plazo y me desquician los trámites con la Administración. No soporto las colas, ni las máquinas, ni hablar con un contestador. Prefiero las personas, aunque con algunas me retracto de lo que acabo de decir. Cada vez tengo menos paciencia y soy menos comprensiva, empatizo solo con quien me cae simpático y he dejado de ponerme en otra piel que no sea la mía. Todo el mundo merece una oportunidad, que no dos; aunque conmigo siempre hago la excepción que confirma la regla porque yo lo valgo y los demás, pues… puede que no. Hago cada vez menos favores, sobre todo cuando me los piden sin un poquito de por favor. 

Estoy cansada de estar cansada, valga la redundancia. De tener que estar siempre disponible y de que no solo lo parezca, sino que, además, deba y tenga que estarlo. Que me hagan creer que es mi obligación (obligación de la que ellos están exentos, pero parece ser que el resto no). Estoy cansada de que la gente me necesite más de lo que yo a ella; de que invadan mi espacio y que se crean con el derecho de poder hacerlo; de tener que posponer mis cosas al momento que los demás decidan que es el correcto y que, encima, lo hagan sin preguntar. Ya no espero una señal, me aburrí de tanto esperar. Nunca llevo reloj y, aun así, soy puntual. Odio cuando alguien se toma el privilegio de malgastar mi tiempo porque no me gusta perderlo; salvo cuándo y en lo que yo quiero. 

He dado más de lo que me han robado y he perdido más de lo que me han regalado. Pienso en alto más de lo que aconsejan y suelo hablar con silencios que la gente no entiende. Me he arrepentido de algún discurso por no saber callarme a tiempo, pero nunca lo he hecho por alguno de mis silencios. Pensar en alto lo consiguen pocas personas, que no sea necesario ni hablar lo consiguen menos aún. Me gusta hablar de las cosas que importan y de las que no, pero si me preguntas cuáles me gustan más: te diré siempre que las primeras. Con la cara pago, con la mirada mato, así que ten cuidado… No soy tan buena como parezco, ni tan mala como pretendo. Estoy en plena crisis de los cuarenta, pero con cinco años de retraso. Tengo excedente de ironía y déficit de atención, y una balanza estropeada que no funciona ni aun con pilas nuevas. 

Prequiero lento y desquiero rápido. Se me pasa el amor como el arroz, hace tiempo que no consigo hacerlos al punto a ninguno de los dos. Con todo lo que no digo escribo libros como churros. Por cierto, churros hace mucho tiempo que no como… Me siento más anónima de lo que quizá soy. Pensaba que era todo lo que necesitaba, pero me he dado cuenta de que eso ahora ya no me basta. Solo me lanzo a la piscina cuando sé que no está vacía. Me he vuelto práctica, parece ser…

No acabo de sentirme ubicada en ninguna parte. No consigo echar raíces en otro sitio que no sea este. Y me gustaría poder echarlas en otro lugar, para tener así más opciones de escapar. Dos mejor que una, casi siempre. Voy y vengo, me mantengo… aunque a veces me cuesta un mundo poder hacerlo. Tal día como hoy, pero de hace 17 años inauguré este blog. Nunca pensé que llegaría tan lejos, nunca creí que pudiese mantener algo durante tantísimo tiempo. No suelo arrepentirme de nada, aunque muchas veces acabo preguntándome: para qué o por qué habré dicho o hecho tal cosa, sobre todo cuando es algo que ha dejado de importarme… No sé si mis problemas son más grandes o mi capacidad para afrontarlos más pequeña, pero ya no resuelvo mis conflictos con tanta facilidad como antes. Me hago demasiadas preguntas, pero no me doy tantas respuestas. Tengo razones por montones y más de cien excusas que intento no utilizar si no es necesario. Siempre se me dio bien inventar pormenores mayores, esa es la verdad. 

Sé cómo meter el dedo en la llaga, sobre todo a mí misma. Hurgarme en la herida y que no sangre, o que no sangre demasiado. Que deje de sangrar no significa que deje de doler. Debajo de la piel me cruza un río de punta a punta que no se vacía nunca. Mi tristeza no admite engaños. Es insiste, y casi permanente. Tengo un peso que muy a mi pesar, me pesa más de la cuenta y que apenas puedo cargar ya. Es evidente que la vida no me ha tratado debidamente y que he sido víctima de mi propia desdicha. Estoy más triste de lo que me gustaría, y también mucho más de lo que debiera. Pero, aunque no me haga ni puta gracia, sonrío igual. O por lo menos, a medias.

La inmensidad de esta nada es demasiado grande; me viste por completo, pero me sobra traje por todas partes. Solo hay nada y esa nada lo es todo. Desde hace tiempo no estoy calculando bien la dimensión de las cosas y constantemente me veo sobrepasada. Casi siempre quiero hacer lo que antes hacía solo a veces. Habito un lugar que tiene por nombre Tristeza, y en el que el sol hace conmigo lo mismo que hace con los girasoles. 


martes, 19 de diciembre de 2023

Los días raros

Dejé de sentir tu cobijo, no solo en los días raros, también en casi todos los demás. Empecé a notarte ausente por costumbre, a sentirte cada vez más lejana, cada día un poco más extraña… hasta que dejó de tener importancia a qué distancia te encontrabas en realidad porque siempre era muy lejos de aquí. Tan lejos de mí y de nosotras que la distancia se hizo insalvable, demasiados kilómetros entre las dos, a pesar de estar abrazándonos. Por hablar ya ni hablábamos. Y en ese no decir, nos acabamos perdiendo. Cualquier demostración de ternura parecía más una debilidad que una fortaleza que creáramos juntas. Todo era incierto, todo era cuestionable. 

No está hecho mi amor para tanta frialdad, no está hecho mi mundo para estarse quieto mientras yo no dejo de girar sin saber hacia dónde tirar. Siento mi corazón estático, débil. Me rompo como un hielo en un vaso hirviendo. Tengo un anhelo que se ha quedado sin nombre mientras te llamo a voces sin saber dónde estás. Perdimos la delicadeza, ¿perdimos algo más? ¿Qué nos pasó? ¿Se nos pasó? ¿O solo necesitábamos tanto sentirnos bien que lo inventamos sin que nos pasara en realidad? Se nos adelantó el amor en la carrera, echó a correr sin control, sin mirar atrás, abandonándonos a nuestra suerte como si compitiéramos los tres para ver quién llegaba primero a ninguna parte.

Creí que el amor era posible, aun después de tanto abandono, y ahora creo que ese sentimiento se ha quedado obsoleto, no solo en el tiempo, sino también en mi forma de pensar. Nunca tuve miedo ni al amor ni a la caída, pero ahora voy a pensármelo dos veces antes de volver a saltar. Mi cuerpo ya no amortigua los golpes como lo hacía tiempo atrás y mi paciencia se ha visto mermada por culpa de todos los errores evitables que no evité. Creo que ya no estoy a la altura de lo que me rodea y me dejo vencer por la inseguridad que me crea, volver a saltar de nuevo sin comprobar antes el estado de mi paracaídas. No tengo adrenalina suficiente para saltar este vértigo. Este mal de alturas se me queda corto de miras.

Tengo mi propia opinión, por lo que entiendo que tú también la tengas. Tenemos dos visiones muy distintas, cada una tiene la suya y las dos son válidas, las dos son ciertas. La mía es propia y puede que no sea del todo acertada, pero así la veo yo y así la defiendo. No quiero tener la razón, ya no. Me gusta explicarme cuando veo que quieren escucharme. Si no, no. 

Si dejo de sentirme escuchada, si empiezo a competir por tener la palabra, si creo que siempre tengo la razón o que nunca estoy equivocada, si pienso que mi verdad es la única que importa, si dudo del criterio de los demás y por eso decido imponer el mío… sin duda: tengo un problema. Un problema de difícil solución, y bastante peor resultado. 

Si tengo que medir mis palabras, si antes de hablar tengo que prepararlas, si tengo que ensayar primero ante el espejo todo lo que quiero decir para poder así sentirme escuchada, si prefiero no hablar de ciertos temas y los dejo pasar por pereza, si elijo callarme como respuesta… sin duda; tengo ante mí el principio del final, aunque me cueste creerlo o no tenga ni idea de cómo he llegado hasta él. 

No pido tanto, solo espero y quiero hablar con soltura. Que me dejen tener voz, aunque al final opte por callarme, escuchar sin enfadarme, hablar sin que se enfaden, que no me hagan sentir ridícula cuando digo lo que pienso o cómo me siento y no tener miedo al hacerlo. Atacar a quien no quiere defenderse es una pérdida de tiempo que no se la recomiendo a nadie. Y así conmigo y así con todo. 

Me sobran motivos y me faltan ganas, hablo más sola que contigo y empiezo a pensar que hablar ya no arregla ni sirve de nada. Voy a seguir haciéndome muchas preguntas, aunque no me guste ni una sola de las respuestas que me doy. Tengo varias razones y más de cien excusas. Parece ser que siempre se me ha dado bien inventar pormenores mayores. El amor infinito dura tan poco tiempo, y yo que creía que era para siempre…


«Puedes tenerlo todo, solo que no al mismo tiempo» Betty Friedan.

lunes, 11 de diciembre de 2023

Recordando(te) poema recitado por Auroratris





Auroratris no necesita presentación, todos sabéis quién es Ana y conocéis sus blogs. Me permito la licencia de citarlos por si alguien anda despistado o acaba de llegar. Admiro su delicadeza y esa forma tan bella de decir las cosas, tanta poesía en las venas, tanta sabiduría en las letras. Gracias una vez más por hacerme regalos tan grandes que me dejan sin palabras. ❤

lunes, 27 de noviembre de 2023

No quiero despertar

Haces real lo que hasta hoy era un sueño. 
Y mi amor, qué sueño tan bueno...
 

lunes, 20 de noviembre de 2023

Aporema


Sé que no me convienes y, aun así, pienso en el tiempo que hace que no vienes.
 

jueves, 9 de noviembre de 2023

Llegar a ninguna parte


Te quise hasta el final, nunca pensé que pudiese llegar tan lejos. 

lunes, 30 de octubre de 2023

Hasta siempre, Delgaducho 🎗

Sigo atónita, incrédula, devastada. Aún no termino de creérmelo. Te has ido en silencio cuando tú siempre fuiste de hacer mucho ruido. Ya me avisaste una vez, ya atesorabas un intento fallido y ahora parece que por fin lo has conseguido. No te voy a dar la enhorabuena, perdóname amigo.

La vida se te ha quedado atrás, más bien se te ha caído y me da rabia no haber estado ahí para poder guardártela. Para después, para por si acaso, para dejarme al menos con otra sensación y no ésta de no haber estado a la altura, de no haber frenado tu caída hasta el suelo como hacen los buenos amigos. 

Ya no estás y me pregunto dónde te has ido. Si allí habrás encontrado por fin esa supuesta felicidad que aquí no encontrabas, a pesar de buscarla. Me he puesto a recordar; no he podido dejar de hacerlo desde que la noticia me ha cruzado la cara. La cara y lo que no es la cara. Me ha atravesado una lanza y ahí sigue clavada. Y duele, duele(s) mucho.

He vuelto a Madrid esta tarde, hasta ese km. 0 en el que nos encontramos. Ese punto del mapa en el que me esperaste ilusionado como un niño chico dispuesto a encandilarme, y lo conseguiste. Siempre empeñados los dos en buscar el sentido poético a todo, y míranos hoy: tú, riéndote con tus demonios y yo, llorando tu abandono.

He vuelto a la movida madrileña colgada de tu brazo. A aquel punto de apoyo que me brindaste. «Mi niña, cógete a mí, no te vayas a caer, que no me lo perdonaría nunca». No recuerdo a cuántos bares me llevaste, ni cuántas copas llegaste a pagar. Al Penta, al Aleatorio, al Libertad 8; recuerdo los primeros de la noche y después ya todo está borroso. En este último me explicaste mil batallas y me regalaste una púa de Antonio Vega mientras te emocionabas al hablar de él. Y no sé si era verdad o te lo inventaste, aunque eso ahora ya da igual. Eras así, emotivo, frágil, visceral, caótico en todos los sentidos. El macarra con más encanto que he conocido.

Nos encontramos con la madrugada, etílicos perdidos. Borrachos de amistad y risas en una noche perfecta. Buscando un hotel para ti porque el último tren de vuelta a casa ya hacía horas que lo habías perdido. «No me importa. Volvería a repetirlo. No me quiero ir» —me dijiste. Recuerdo que entonces te abracé. Y nada más nos importó en aquella esquina del último bar que cerramos. Porque éramos así, nos gustaba cerrar garitos y nos gustaba abrir corazones.

Y, de golpe, aterrizo de nuevo en la realidad, en esta casa que también te extraña. Y te veo danzando por ella como un animal enjaulado que pide a gritos que lo liberen o que lo rescaten, aún no tengo claro qué necesitabas más… si alas o amor de verdad. Recuerdo tu llamada de auxilio y me pregunto por qué no volviste a llamar, quizá ahora hubiese podido salvarte de nuevo, o tú a mí… porque, aun hoy, sigo sin saber quién salvó a quién, pero lo hicimos, y tanto que lo hicimos. 

Y te estoy viendo ahora mismo en mi comedor, sentado en el sillón y abriendo una botella de vino. Pidiéndome por favor que te diera cinco minutos (de los cuales te sobraron dos) para decirme: «Te he escrito un poema, Lauri». Poema con el que me dejaste con la boca abierta, con el que me hiciste llorar de emoción y que hoy he vuelto a leer, pero llorando de rabia. Rabia por ser tan cobarde, rabia por ser tan valiente, aún no sé qué tipo de rabia es, pero es mala.

Armabas los poemas con versos que eran balas y desarmabas a todo aquel que te leía mientras avisabas de que iban a doler. Así eras. Tenías un don, siempre te lo dije. Eras un artista de la palabra. Te relamías las heridas con cada verso que escupías. No elegiste bien a tu musa y te las hizo pasar putas. Espero que los demonios que al final han podido contigo te estén tratando algo mejor, aunque tengo mis dudas. 

Han pasado tres días y toda una eternidad desde que sé que te has ido. Ya no estás, ya no puedo preguntarte, ya no puedo hacer nada más por ti, ni tú por mí. Ya no podemos arreglar el mundo: ni el tuyo, ni el mío, ni el de nadie.

Hasta siempre, amigo.
D.E.P.


miércoles, 25 de octubre de 2023

Ropa tendida

Me olvido de todo por un rato, consigo dejar la mente en blanco; no pensar en nada, ni siquiera en ti y mira que eso casi nunca pasa. Apenas dos horas: esa ha sido mi tregua. Todo un logro. Cuando estoy mal, estoy mal para todo el mundo. Ni puedo ni sé hacer excepciones. Antes sí, pero ya no. Antes podía hacer muchas cosas que ahora ya no puedo.

Enciendo el teléfono y nada más hacerlo empieza a sonar. Me arrepiento. Hablo con mamá; mejor dicho, habla ella. Y después con papá, que mañana ya no se acordará de nada. Se me mezclan los roles. Las pautas de conducta que la sociedad me impone me tienen revuelta y hacen que lo que se espera de mí haya dejado de importarme un carajo.

Solo me apetece dormir, disfrutar de mi silencio y descansar; sobre todo, eso. Estoy en proceso de aceptación, de aceptar que esto es lo que hay… aunque sin mucho éxito, la verdad. Quiero hacer de esta premisa mi lema, pero no hay manera.

Decido ir a comprar, llenar la nevera. Tener provisiones para saciar la ansiedad. Activarme un poco, si es que puedo. Pruebo. Tengo el estómago cerrado, pero incomprensiblemente tengo ganas de beber. Me apetece que una amarga me baje por la garganta y hacerlo hasta que me sienta más feliz. El problema del borracho es que bebe de más y eso a mí, no me pasa. 

Decido ir con el coche, moverlo. Mi batería no es la única que se descarga y ya van dos veces que el coche no arranca; a mí me ha pasado alguna más. No quiero estar prendida todo el tiempo, tengo miedo de consumirme por completo. Mi piel ya no resiste más chispazos, exploté en el último intento.

Decido acercarme hasta la playa y dar un paseo con calma. Pero al llegar descubro que hay demasiado ruido ambiental. Ritmos urbanos, lo llaman. No los acabo de entender, tampoco a quién los escucha. Me voy, tratando de encontrar otro horizonte que me dé más paz. Busco otro plano en el que estar, saliéndome por la tangente una vez más. El silencio tendría que estar subvencionado.

Me acabo de dar cuenta de que decido muchas cosas. Ahora mismo, decido sentirme bien. Voy a repetírmelo hasta que me lo llegue a creer. Parece que viene, parece que llega, sí, sí, estoy bien. Decido darme un beso por ser tan decidida.

No paro de escribir. De hilar bien los temas hoy, podría haber escrito una novela. Y ayer, otra. Pero no lo he hecho, tengo demasiadas ideas en la cabeza y se pelean entre ellas, así que todo es bastante caótico ahí dentro. No hay nada como estar mal para escribir bien, —me digo. Y me echo a reír al instante por lo que acabo de decir. A veces me hago gracia…

Para mí las cosas esenciales no son materiales, pido lo que considero que merezco, pero si lo tengo que pedir muchas veces, ya no lo quiero. Llamadme rara, no me importa: me han llamado cosas peores.

La ley de la grave(r)dad. La ley de lo que es grave y de lo que es de verdad. Renunciar es lo fácil, pero solo te vuelves más fuerte haciendo cosas difíciles. Tener una vida simple te convierte en débil. Y esta debilidad que tengo no para de retarme a un pulso a la que tiene la más mínima ocasión. Llega un momento en el que tirar la toalla significa mucho más que pedir que te la cambien por otra limpia o que te cansas de ser esa toalla mal tendida que no para de dar tumbos porque ha perdido una de sus pinzas. Hasta que te caes, te pisan, te recogen y te cambian por otra nueva. Todo lo que sube, baja y tiende a caer por muy alto que esté, pero tranquila: del suelo no pasa.

Siempre he tenido la misma forma de decir las cosas y, para bien o para mal, es algo muy mío que no quiero cambiar. Con esta jodida manía que tengo de removerme siempre. Con la ropa tendida, todo por recoger y con la casa sin barrer mientras yo me dedico a gastar mi tiempo escribiendo metáforas que nadie va a entender. Por muy fuerte que sople el viento, por muy gris que esté el cielo: toda tormenta amaina. Mejor no llamar al mal tiempo porque ya viene solo.  

Me voy a casa, tengo que pasar a limpio todo esto y cerrar las ventanas. Y, por cierto, me olvidé de comprar las cervezas, eso me pasa por dejarme la lista en casa…


 

lunes, 16 de octubre de 2023

Autopoema

Empiezo este poema por aburrimiento; poema o lo que quiera que sea esto. En esta búsqueda incesante de momentos únicos que nunca llegan, me escribo a escondidas palabras tiernas para intentar curar tanta dureza. Me ofrezco pequeñas dosis de cariño para contrarrestar el silencio de otras voces, para no sentir que lo hago todo tan mal como quieren hacerme creer. Ni antes fui tan buena ni ahora soy tan mala. Un error de cálculo puede tenerlo cualquiera, pero me niego a sentirme culpable por no cumplir con unas expectativas que nunca han sido mías.

Esta soledad me pesa más de la cuenta, siento una desbordante presencia de mí misma en un espacio que se nos queda pequeño a las dos. Me escribo a escondidas palabras de aliento para que no me falte el aire. Para intentar entender esta calma intranquila, este orden caótico, esta excitación adormecida. Me tengo paciencia y me concedo el perdón por las molestias. Soy benevolente conmigo, pero no más de la cuenta.

Quiero volver a sentirme importante, aunque ya no me lo diga nadie. Esta rutina obsoleta deprecia mi valor y hace que me sienta menos de lo que soy. He dejado de buscar lo que no he perdido e intento encontrar lo que me han robado. El tiempo nunca lo voy a poder recuperar. Estoy cansada de esperar, de tirar la basura y reciclar las ganas en un contenedor que ya no tiene color y que se queda atascado cada vez que lo abro. Decido deshacerme de todo, aun sabiendo que después me voy a arrepentir.

Me escribo poemas de amor que no lee nadie y me sorprendo con las cosas que me digo. Me voy dejando notas de cariño que más tarde olvido, y sonrío cuando me las vuelvo a encontrar. Ya no digo «te quiero» si no es haciéndolo. Me hago el amor cada noche en mi habitación con un ser inerte que no me pide ningún tipo de explicación y que tampoco me da los buenos días.

Si entro a la tristeza, cierro puertas. Intento hacer con mis dramas, poesía. Hace un tiempo encontré en las letras lo que ahora no encuentro en el habla. En una ocasión escribí el poema perfecto y pese a todos mis intentos no he sido capaz de volver a hacerlo. Por no saber qué decir ni cómo decirlo, escribí dos libros. Nadie puede reprocharme que no lo intento. 

jueves, 28 de septiembre de 2023

Cuento breve

Tu sonrisa me ha contado una historia y yo te la quiero contar.
Érase una vez, .

viernes, 1 de septiembre de 2023

Olvidar que no olvido

¿Cuántas personas se estarán pensando sin saberlo?
¿Cuántas al mismo tiempo?
¿Todavía piensas alguna vez en mí?

Prometí olvidarte y no lo conseguí, para mí nunca fue tan fácil.
No soy constante cuando trato de olvidarte.
No puedo dejarte a un lado en mi memoria sin que te interpongas.
Cuando intento olvidarte no dejo de pensarte.
Mi olvido está lleno de memoria para contigo.

Casi sin querer, casi sin parar…
El día menos pensado, también, seguiré pensando en ti. 
Nunca recuerdo que debo olvidarte.
Estoy a punto de olvidarme, estoy a punto de nombrarte.
 

martes, 4 de julio de 2023

Solo uno, va (poema recitado por Alís)

 



Estaba revisando los borradores y me he dado cuenta de que hace mucho tiempo que no actualizo esta sección. Me encanta cuando me mandáis vuestros audios, cuando me dedicáis vuestro tiempo, cuando escogéis un poema al azar y me regaláis vuestra voz… No hay que tener vergüenza, cada interpretación es válida, es única, es buena… y nos acerca. Supongo que os hacéis una idea de lo mucho que me gusta compartir esto con vosotros… 

En esta ocasión, traigo de nuevo a Alís que, aunque últimamente ya no publica, sigue estando muy presente en mi corazón. Espero paciente, siempre… gallega.

miércoles, 21 de junio de 2023

Despoemario

 Aprendí que mi futuro contigo no está en mi pasado sin ti.

 

miércoles, 14 de junio de 2023

No me da

Me gusta pensar en ti, como de a ratitos.
Te llevo a todas partes.
Quedas bien en cualquier sitio.

Despliego un mapa imaginario y te ubico en los destinos a los que me gustaría viajar contigo.
Y no me da la vida… todo el tiempo que necesito.
 

miércoles, 7 de junio de 2023

Mil gracias


Hacía tiempo que quería hacer este vídeo, recopilar todas las fotos, historias, menciones y dedicatorias que me hicisteis llegar con la publicación de mi primer poemario hace ya tres años. Por fin lo tengo enlazado y puedo disfrutarlo todas las veces que quiera. Es un pequeño homenaje comparado con el gran cariño que recibo de todos vosotros. Espero que os guste y que lo disfrutéis tanto como yo. Mil gracias por tanto amor. ❤
Laura. 

martes, 23 de mayo de 2023

Check-in

Viajar a Marte sería hacer un gran viaje.
Y llegar aMarte, el viaje de mi vida.
 

lunes, 8 de mayo de 2023

Medidas emocionales #4

¿Cuánto pesa todo lo que sentimos?
¿Cuánto pesas tú?
¿Cuánto peso yo?
¿De cuántas partes estamos hechas?
¿En cuántos trozos nos partimos?
¿Cuántas veces nos dividimos?
Hay amores tan fuertes que no pesan nada. 


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Hay que tener cuidado con quién se hacen recuerdos:
pueden llegar a durar toda una vida.


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Quizá sentí mucho, quizá perdí demasiado.
¿Cuánto amor nos cabe en una sola vez?


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Ayer decía mañana.
Hoy digo, ¿hasta cuándo?
El infinito también se acaba.
 

martes, 2 de mayo de 2023

Nostalgias

Me cuesta decirte adiós con la misma mano que ayer acariciaba tu espalda. 
Me cuesta mirar a otras con los mismos ojos que han brillado por tu culpa. 
No quiero usar mi boca para besar otros labios que no sean los tuyos.

Me estoy volviendo una nostálgica, me aferro a todo lo que soy incapaz de explicar. 
Colecciono todo tipo de cosas que no puedo mostrar. 
Cosas que no se ven, que no se pueden tocar. Reliquias que nadie me va a comprar.

lunes, 17 de abril de 2023

Mi nuevo poemario «SECUENCIAS»



Han pasado tres años desde que publiqué «Todo lo que no te dije». Aquel libro fue una recopilación de poemas y textos publicados durante catorce años en este blog por lo que fue fácil su edición, pero con «Secuencias» ha sido muy diferente. Es posible que haya necesitado más tiempo al tener que partir de cero, o que la situación personal por la que he pasado haya sido, además de compleja, un auténtico calvario; quizá mis problemas han sido más grandes o mi capacidad para afrontarlos más pequeña. No sé cuál ha sido el motivo, quizá hayan sido varios, pero de lo que sí he sido consciente es de que esta vez ha sido mucho más difícil pasar página y poner punto final. 

Ha sido un tiempo difícil este, no voy a mentir ni a intentar maquillar la realidad. He tenido una sensación muy extraña y persistente durante estos tres años que me ha tenido bloqueada, sin saber qué hacer ni cómo hacerlo y creándome dudas e inseguridades que antes no tenía. No llevo bien los cambios, me cuesta adaptarme a nuevas rutinas que desconozco y aún me cuesta más cuando encima no me gustan. Tampoco llevo bien no sentirme ubicada en ningún sitio o sentir que no formo parte de la historia que estoy viviendo. Como si fuese una simple espectadora de mi vida y no tomase las suficientes cartas en mi propio asunto. Cuando me pasa esto suelo desaparecer, me mantengo al margen y estoy más ausente que de costumbre. Intento protegerme de la mejor manera posible (la única que sé) y me encierro en mí misma hasta que encuentro la solución del problema o hasta que consigo entender que, o me adapto, o me amargo de por vida.

Y en este tiempo de introspección, de reflexión y de conocimiento interior he pasado por todas y cada una de las diferentes fases. Desde la más absoluta desesperación a la más insignificante conformidad. Y este proceso me ha traído hasta aquí, a este momento en el que por fin puedo decir que he aprendido una importante lección que no voy a olvidar nunca.

Ahora quiero cerrar el círculo, tengo que cerrarlo. Es una necesidad y lo malo de las necesidades es que crean obligaciones. Soy incapaz de dar por terminado algo que siento que está a medias y me cuesta muchísimo darme por satisfecha, siempre tengo la sensación de poder hacerlo mejor y eso hace que a veces alargue con vida lo que ya apenas late.

Con este libro os invito a reflexionar sobre temas como la empatía, el amor, la amistad, la alegría, la familia, el duelo, la soledad, el miedo, la tristeza… Temas delicados, importantes y que se necesitan hablar, aunque a veces lo evitemos sin saber por qué lo hacemos. Los que me conocéis ya sabéis que siempre escribo sobre lo que me pasa o sobre cómo me siento, y en estos tres años me he sentido así y así lo he contado. Me gusta pensar que todos sentimos de forma parecida, aunque no todos sabemos expresarnos de la misma manera. 

He elegido este día para compartirlo con vosotros porque hoy es mi cumpleaños (44). Y porque se acerca Sant Jordi que es la tradición más bonita que tenemos aquí (estoy segura de que todos la conocéis y os gustaría tenerla como propia). A los que os animéis a comprarlo, quiero daros las gracias por adelantado. Espero que disfrutéis con la lectura y que me contéis vuestras impresiones si os apetece hacerlo. Si tenéis alguna petición especial o queréis que os lo dedique solo tenéis que decírmelo, llamarme o escribirme a mi correo de siempre o a todoloquenotedije@protonmail.com y haré todo lo que esté en mi mano para cumplir vuestros deseos. Soy toda oídos.

Mientras tanto, sigamos compartiendo, sigamos sintiendo.
Gracias por todo y, por tanto.
Un abrazo.

Laura.