Acariciarte es
levantar un huracán bajo mis dedos.
Erizarte el
cuerpo y las ganas con un único objetivo, enredarte.
Besarte con la
boca abierta y temblorosa, del revés y en todas partes...
en el canto del labio, en la barbilla, en la punta de la nariz o
en esa arruguita
en la esquina de tu ojo que me ha hecho perder la cabeza.
Temblarte con
caricias que son puro ego.
Dibujarte en la
piel lo que te digo con la boca.
Probarte hasta
alcanzarte ¿sabes lo bien que
sabes?
Desnudarte la
sonrisa y sentirme satisfecha ante semejante insinuación.
Arroparte en los días que tengas frío y quemarte bajo las sábanas cualquier
domingo.
Respirarte, compartir
el mismo aire.
Alzarte siempre
para que tengas la sensación de no pisar el suelo.
Volarte la
cabeza de tal manera que quieras estar conmigo para los restos.
Tenerte y no perderte.
Echarte de menos
siempre y nunca echarte de más.
Buscarte donde
quiera que estés y encontrarte.
Pensarte hasta
gastarte.
Celebrarte cada
día por la suerte de encontrarte.
Inventarme un mundo al que llevarte porque este se nos ha quedado pequeño.
Y que vengas conmigo sin que te importe el sitio, sin que me
preguntes dónde vamos.
Si quieres lo planeamos y lo llamamos destino.
Quiero amarte como
si el mundo fuese a acabarse.
Y recordarte, extrañarte, tocarte, notarte, contarte, escucharte, ampararte, cobijarte, tentarte, pararte, rogarte, entregarte, curarte, quebrarte, calarte, cansarte, usarte, llenarte, calmarte, maravillarte...
<<Quiero
conjugar contigo todos los verbos que acaben en arte>>
Elvira Sastre.