Bésame,
bésame tanto que me duela.
Pedirlo por favor,
no es una opción.
Aquí en mi boca,
fijo el lugar,
un punto y aparte de ahora en adelante,
donde terminar con la moral y empezar con lo carnal.
Nómada de unos besos,
en medio de la nada,
“medio-nada” de aliento devastado,
que agrieta la piel que me tapa.
¿Qué hacer?
si en tu sonrisa encuentro la mayor de mis desgracias…
¿Qué no hacer?
para no sentirme desdichada…
Lo ves,
bésame,
será lo mejor que puedas hacer…
prívame de contemplar ese poco espacio,
que hay entre tu boca y la mía,
prívame,
así,
de darme tiempo para perderme en tu sonrisa,
esa que me trae por el camino de la amargura.
Bésame,
y haz que no pueda pensar en nada,
mientras,
tonta de mi,
nado en la abundancia.