Que lindo perderse.
Y encontrarse.
Y volver a perderse.
Y volver a encontrarse.
Boomerang de sentimientos que van y vuelven, una y otra vez.
Que lindo perderse.
Y encontrarse.
Y volver a perderse.
Y volver a encontrarse.
Boomerang de sentimientos que van y vuelven, una y otra vez.
Me acerqué al interruptor para apagar la luz.
En ese rincón de lo que antes era mi habitación y ahora forma parte del comedor.
Yo que guardo vagos recuerdos de mi adolescencia me he vuelto a ver invadida por uno que de vez en cuando me visita.
Entonces tenía unos doce años, salía de mi cuarto y supongo que me disponía a correr detrás de un balón o a jugar con cualquier cosa, sin olvidar apagar la luz.
Hice mis números, mis cábalas… tan solo me quedaban diez y ocho años más por vivir, sentí mucha lejanía, casi toda una vida, creí que “el 2009 sería mi año“, cuando pasaría de niña a mujer.
En aquel entonces no veía mi mayoría de edad con meta a los diez y ocho, no sé porque creía que me sentiría totalmente madura a los treinta.
Hoy, me doy cuenta de que no es así.
Hoy, me doy cuenta de que no era para tanto…
Caía la noche y sus pasos la llevaban de nuevo a casa.
Por calles oscuras llenas de ruidos extraños, de susurros de gente invisible en casas aparentemente cerradas, con cortinas corridas y persianas bajadas.
Gente saliendo de bares.
Gente entrando en soledades.
Ella sorteando encuentros y tropiezos sin perder el rumbo a casa.
Perdiendo las ganas desanimadas.
Ganando creencias animadas.
Sintiéndose sola, aun sabiéndose acompañada.
Calles oscuras invadidas por luces de neón, de farolas, de ventanas… de sonrisas que iluminan su alma.
Sintiéndose solitaria hacia un encuentro con su propio yo.
Que la espera en casa.
Tenía tantas ganas de llegar a ella, que sin darse cuenta, se puso a correr.
Quisiera explicarte que hay de nuevo en cada beso, en cada mirada, en cada promesa pronunciada con esmero, que hay de nuevo en ciertos sentidos, en ciertos olores, en las más de ciento una ilusiones.
Que hay de nuevo en cada mañana, en cada llamada, en cada nueva entrada y salida de mi casa, de mi cama, que hay de nuevo en ti, en mi, en cada nueva alegría y por qué no, en cada nueva tristeza.
Que hay de nuevo al creer, al perder, al volver a renacer.
Que hay de nuevo en cada credo, en cada dedo, en cada suspiro o en cada sueño.
Que hay de nuevo en cada novedad, en cada carga, en cada nueva energía, en cada verdad, en cada mentira….que hay de nuevo en cada palabra.
Que hay de nuevo en cada olvido, en cada perdón, en cada sensación.
Que hay de nuevo en mi que te pueda regalar de nuevo...aunque deje de ser nuevo.
Porque a veces tengo la sensación de habértelo dado todo ya y otras de no haber empezado a hacerlo.
Desearía tanto poder entregarte toda mi felicidad y no sentir pánico por llegar a perderla.
A veces tengo la sensación de que ya es demasiado tarde para recuperar todo lo que es mío, porque ya te lo entregué sin apenas darme cuenta.
A veces, me siento mal por eso.
Otras veces no.
Siempre pienso, que quizá no necesito esconderme en ningún rincón….porque sé, que tu me encontrarás.
A veces me encanta jugar al escondite…
Pero nunca me gusta jugar al ratón y al gato.
La emoción del olvido, del que queriendo recordar se encuentra perdido.
De aquel que no recuerda su nombre.
Ni a sus hijos.
Ni a su amor querido.
No recuerda si fue feliz.
Ni si se casó.
No recuerda los pasos a seguir a la hora de comer.
Pierde y olvida el rumbo en ese corto camino que va desde la mano a la boca.
Olvida masticar.
Tiene miedo.
Olvida sonreír.
Se encuentra en una casa, en un cuerpo, en una mente que no es la suya.
Tiene pena.
Tiene olvido.
Me asusta pensar en que algún día me sienta enferma.
Jugando al despiste, no recordando.
¿Que sería de mi, yo que todo lo olvido, si olvido también lo olvidado?
Me moriría de pena si queriendo recordar mi vida, no pudiera.
Me volvería ciega si mirando sus ojos no los reconociera.
Si olvidase todos aquellos momentos importantes que me hicieron ser feliz, que me hicieron sonreír.
Me volvería muda interna, y me ahogaría en mis palabras
…al callarlas.
Necesitaría que me recordaran lo mucho que me quisieron, lo mucho que me siguen queriendo y lo mucho que lo seguirán haciendo.
Necesitaría escuchar que todo va a salir bien, aunque no sea así.
Un tiempo atrás
… que no volvería a mis días…cada día.
Días de lluvia que no me despertaran ya esta ternura.
Hoy, que soy consciente
… asomo la vista para grabar en mi retina, el incesante goteo de la lluvia en mi ventana…para no olvidarla nunca.