Echaba de menos tu cuerpo y sacié con mis dedos todos los recelos.
Elixir de ausencia, de todos estos días, en los que más de una vez me acordé de ti y no te pude tener, así, desnuda, sobre mi, escondida tras tu mirada, con muecas de gusto y dolor, de inevitable placer.
Haces que me corra como nadie, mientras sigo siendo nadie.
¿Por que volvemos una y otra vez a buscarnos como imanes?
Por que siempre vuelvo a desnudarte con la mirada, siendo lo primero que hago y en lo único en que me dejas pensar, mientras mueves el culo y coqueteas con descaro, sabiendo que juegas a ganar.
Me pones enferma y me recuperas en la cama, a base de friegas que enfrían mi espalda, con tus dedos clavados en mi sien, impidiéndome el vaivén hacia el lugar donde no estas tú.
Idiotas sin común, que se buscan el calor en noches de frío.
Mientras al día siguiente continúan sus vidas, intentando no recordar, sin preguntar porque después de tanta negación, por fin existió la noche, en que no hicieron caso al reloj y despertaron con el mismo sol.
El sexo contigo es tan explícito que después me haces buscar en las demás, lo que solo puedo tener contigo.
Contigo todo es distinto.
La cohesión es infinitamente nuestra, mientras fuera ya no existe mundo.
¿Quién dijo que sin tetas no hay paraíso?
El puro placer se sitúa en tus piernas, mientras yo pierdo la cabeza.
Tu piel erizada,
al paso de mi susurro,
hablándote bajito,
para que apenas puedas oírlo.
Tu cuerpo templado,
me contagia el frío,
ansias de amor,
deseo embrutecido,
cuerpos doloridos de sexo furtivo.
Me pueden las ganas,
participo,
verte así ya te lo dije,
me saca de quicio.
Exaspero mi punto,
ese gran punto.
Ese que hace que baile al ritmo y en un solo sentido.
Te busco desesperadamente, hasta el punto de llegar a encontrarte.
Como en una pelea de titanes.
Donde muerde el menos fuerte
y ruge el más cobarde.
Campo de batalla en forma de cama.
Donde tu, tumbada…
me sonríes…
y yo inconsciente…
me rindo.
Las manos en constante remojo,
el cuerpo en constante desnudo,
la mirada en constante movimiento
y el orgasmo en constante sollozo.
Me has hecho perder los papeles,
de la manera más elocuente,
contigo ya no hay máscaras, no hay disfraz.
Sabes, sé, sabemos, lo que hay.
Y no nos importa.
Me gusta sentirme tan bien…
si…
Me gustas así de bien…
No aprendí, deberías enseñarme.
Contigo aprendo lo innombrable.
Mientras callo y me vendo al diablo.
Mientras tú, pequeño ángel, te rindes ante mi, debilitándote.