Ojalá me enamore y que sea de ti.
Ojalá te enamores y que sea de mí.
¿Te imaginas que el amor deje de llamarse amor y
pase a llamarse nosotras?
Ojalá me enamore y que sea de ti.
Ojalá te enamores y que sea de mí.
¿Te imaginas que el amor deje de llamarse amor y
pase a llamarse nosotras?
No
esperas nada a cambio, pero tienes miedo a perder lo que tienes.
Y,
aun así, arriesgas.
Me
hablas, te atreves, te acojonas siendo valiente, me dices, me escuchas, ¿me
sientes?
Sí,
te estoy sintiendo sin tocarte.
¿Cómo
puede ser?
Te
dejas llevar por la corriente, esperando que no te arrastre… y ahora, nadamos
las dos
a
la deriva y sin ahogarnos.
Nos
reímos, nos contamos, nos sorprendemos, nos pensamos, nos buscamos y nos
encontramos, ¿cómo no vamos a querernos sintiendo todo esto?
¿Aún
tienes dudas de cómo te siento?
Estoy
cansada de hablar de amor y no hacerlo contigo. ¿Te gustaría conmigo?
Sólo
intento quitarle un poco de hierro a este peso.
Parando
un instante para coger un poco de aire, mi vida.
Que
me entra hipo contigo si pienso en no respirarte.
"Creo
que te gusto de la forma que quiero", me dices.
Y
yo te contesto… que me estás volviendo loca cuando lo que quiero decirte es
otra cosa.
Con
todo lo que no te digo me estoy haciendo un traje.
Hay
mujeres que son prosa y mujeres que son poesía.
Y
hay días que son poemas.
Normalmente
son los que paso contigo.
Me basta un susurro tuyo en mi oído
para convertirme en ruido.
Sí, uno sólo, para que todo me hierva
por dentro.
Me basta un abrazo tuyo
para arder y no quemarme
para saber que ese es el lugar más
seguro del mundo
que ahí nada malo puede pasarme.
Me basta una palabra tuya
para volver a creer en un para
siempre
porque ese es el único sitio donde
quiero estar contigo.
Me basta(s) y me sobra.
Me hice calma.
Y caí en la cuenta
de que yo antes
solía volar.
Y ahora
otra vez
---
Siempre vas a más,
---
Quisiera medir el tiempo como medida de espacio.
---
Están los que nunca tienen tiempo que perder y los que siempre lo quieren perder contigo.
---
Tenemos tiempo.
---
Si supieras cuanto tiempo (mal)gasto al día para no pensar en ti...
---
He tenido tanto tiempo para buscarme que al final me he encontrado.
---
Necesito tiempo.
El pasado siempre queda, por suerte, no siempre duele.
Tu cara es una verdadera obra de
arte.
Podría estar observándola infinitamente
y sin cansarme.
Yo qué sé, en plan coleccionista, en
plan voyeur...
Tú, tienes unos ojos en los que quedarse a vivir
una buena temporada.
Y digo una temporada por no decir la vida entera,
que eso podría asustarte…
Últimamente tengo la sensación de que se me acaba
el tiempo,
al menos este que estoy viviendo y que no tiene
nada que ver contigo
y puede que hasta ni conmigo tampoco.
Quisiera disfrutar este momento, este ya, este ahora.
Parar el reloj a conciencia,
alterar el tiempo,
detener las horas,
esquivar al minutero y al segundero
y a todo lo que me reste la posibilidad de pasar un ratito más contigo.
Tengo habilidad para perder el tiempo y no me
importa.
Y
menos aún, cuando lo pierdo por ti, por tu culpa o porque lo perdemos juntas.
Porque
perder perder, lo que se dice perder, contigo no se pierde, es imposible.
No
se me ocurre nada mejor que hacer que jugar a este juego
en el que tú ganas, yo gano, y ninguna nos
acabamos perdiendo.
El
otro día escuché:
«En
realidad mueres el día que muere la última persona que se acuerda de ti».
Y
me quedé pensando un buen rato.
¿Si
saqué algo en claro? Creo que sí.
Pero
es que últimamente pienso mucho y me lío demasiado (también).
Pensamiento
simple:
No
sé cómo quiero que me recuerden cuando yo ya no esté, total…no me voy a
enterar, así que me da igual.
Pensamiento
menos simple:
Con
lo buena que he sido durante toda mi vida, espero creo que alguien me
llorará…
Pensamiento
nivel ninja:
No
te preocupes Laura, si al final, hagas lo que hagas, el día que te mueras, todo
el mundo hablará bien de ti… aún no has ido a un entierro en el que se hable
mal del muerto.
¿Quieres uno…?
Son gratis.
Escribo para evitar ir al psicólogo.
Quizá aprendí a irme.
Mi límite está en tres intentos (o cuatro).
Sí, tengo el límite a esa altura, qué le vamos a
hacer… (ya sé que es bajo, muy bajo).
Y aun con toda esa experiencia sigo sin tener ni
puta idea de cómo despedirme.
¿A cuántas despedidas estamos, tú y yo, de darnos
el último adiós?
El definitivo, ese que te dice que a partir de aquí
ya no hay nada más que los restos de lo que no logramos ser. Sigo teniendo el
ridículo vicio de parar mi vida por si llegas tarde…
(aun sabiendo que no vas a venir, aun siendo yo
la que no quiere que vuelvas).
Es absurdo. No sé por qué lo hago y tengo que
parar de hacerlo.
Me paso los días conjugando el verbo
"después" en primera persona, así que imagínate.
A veces no me entiendo ni yo… que llevo toda la
vida conmigo y, aun así, sigo sin asimilarme. Por eso no te voy a pedir que me
entiendas, no quiero hacerte perder el tiempo de esa manera. Bastante tenemos
ya con lo que no tenemos, como para hacer nuestros los añadidos de los demás.
Y pienso en ese deseo incomprensible que tenemos de
querer pasar toda tu vida con la misma persona, con la de peces que hay en el
mar… ¿?
(leer en
modo irónico)
Quitarse de estos pensamientos es más difícil que
quitarse de la droga.
Me gusta dar todo lo que tengo, lo mejor de mí,
pero no a todo el mundo.
Necesito poner(me) ciertos límites para que no me
hagan daño gratuitamente, para pensar que sigo teniendo el control de mi vida
(aunque nada más lejos de la realidad), para cuidarme y protegerme de todo ese
mal que anda suelto y que cada vez parece que va a más… porque si no te cuidas
tú ¿quién lo hará?
La gran mayoría de las conversaciones
trascendentales que tengo son conmigo misma.
Y en esas charlas, mano a mano, lo veo claro.
Después ya no tanto…
Si la vida cambia… ¿cómo no vamos a cambiar con
ella?
¿Evolucionamos o empeoramos? Esto tampoco lo tengo
muy claro.
Creo que lo más importante es no cambiar nuestra
esencia, mantenerla y no perderla, pese a todo. Y no justificar nuestras
miserias con dichos cambios.
¿Te has dado cuenta de lo lejanas que estamos? Y no estoy hablando
de distancia.
Quizá, esta sí que sea la última vez y ya no nos queden más
oportunidades, ni en esta vida ni en la próxima… (si es que la hay).
¿En qué punto empieza lo que se acaba? ¿Alguien lo sabe?
Prometo poner atención esta vez y no llegar al primer día del
resto de mi vida sin saber qué es lo que ha pasado o cómo he llegado hasta
allí.
Me fui, aunque quería quedarme.
He de reconocer que a veces le echo un par de huevos a según qué
situaciones, que me entra un valor que no sé de dónde sale y que tomo
decisiones en un instante, así como lo hago yo… sin alzar la voz.
Que fácil es retirarse cuando es a otro a quien haces daño,
¿verdad?...
Entonces, que alguien me explique por qué es tan difícil retirarse
cuando es a ti misma a quien lastimas.
Supongo que tiene que ver más con ser valiente que con ser
cobarde, me digo mientras doy un paso hacia atrás a modo de precaución.
No se puede pretender que no hacer nada cambie las cosas.
Y no sé qué hago mal, pero lo hago muchas veces mal… o como leí el
otro día no recuerdo dónde "lo estoy haciendo mal, muy bien".
Sí, puede que sea eso… que me esté haciendo toda una profesional
del error.
Cuando me vuelvan a preguntar a qué me dedico ya sé qué contestar:
Soy errática
(y a buen precio. No te arrepentirás).
Voy a hacer un inventario de los daños:
Tuve mucho amor dentro una vez.
Y no he vuelto a sentir lo mismo desde entonces.
Tú.
Yo.
Tu
otro tú.
Mi
otro yo.
¡Vaya
dos!
(o,
mejor dicho)
¡Qué
cuatro!
En
aquella habitación eran muchos los elementos suspendidos en el aire.
La
mayoría palpables, pero algunos no.
Las
partículas que deja en el aire el olvido y el recuerdo también.
La
frialdad que habitaba tu lado de la cama o aquel truco de magia que aprendí
(y
que ahora ya no me sale) en el que podía verte aun con la luz apagada.
La
cercanía de una voz que no hacía más que alejarse…
O
aquel primer rayo de luz que siempre amanecía más tarde que yo y que me cruzaba
la cara tras el insomnio de una noche demasiado larga.
En
aquella habitación, no
sé cómo explicarlo…
el aire se me acababa, pero no me asfixiaba.
Ni
a 10.000 kilómetros conseguí alejarte más de lo que estaba yo de todo, hasta de
ti.
Pero
en aquella habitación encontré la forma de ausentarte (aunque fuese sólo por
pequeños instantes) y de no perderme yo de tanto buscarte…
Incomprensiblemente,
allí sentía que estaba protegida, quizá de ti y puede que hasta también de mí. Y
aunque parezca mentira, en aquella habitación fui feliz.
HUELLAS en la arena y en el ALMA
Tenés en la mirada tanta dulzura… que
¡joder!, no sé qué hacer con ella.
Te
la abrazaría toda.
Me
la quedaría. Llenaría mi capacidad hasta el borde para cuando me falta.
Para
cuando soy consciente de mi dureza y no encuentro delicadeza por ningún sitio.
Para
cuando me intuyo fría o dolorida y no sé qué hacer conmigo.
Eres
tierna. Muchísimo.
Y
parece que (eso) te da rabia y yo no entiendo el porqué.
Pero
es tu motivo y lo respeto.
¿Recuerdas
cuando hablamos de la lealtad?
Pues
eso. A tu lado y no hay nada más que decir.
Llorar
no es una debilidad.
Es
más, hasta diría que es algo que solo se permiten los valientes.
Pelar
la corteza, bajar la guardia, derribar el muro que nos rodea a golpe de
lágrimas,
es
sin duda, señal de fortaleza.
¡Qué
osadía!
Permitirse
en estos tiempos algo de sensibilidad y no salir mal parada por ello.
Y
qué bonita estás cuando te emocionas, niña… ¡Qué bonita!
Aquí
estoy, pensando en vos y en lo cerca y lejos que estás de mí. Y sonrío.
Siempre
me pregunto por qué las cosas buenas son tan efímeras.
Etéreas
tal vez e intangibles, ya no sé…
Sonrío
al recordar estos cuatro putos días que se han esfumado como si nada.
Cuatro
días para vencer los miedos, reír hasta morir y arreglar el mundo
(porque
tiene arreglo, de momento) pero mañana vuelve a preguntarme por si ha cambiado
algo. Que ahora, en apenas unas horas, se pone todo del revés… ya sabés.
Te
prometí no pensar tanto en las cosas, no darle vueltas y vueltas a la cabeza
hasta marearme y lo estoy intentando. Créeme.
Tengo
que desacostumbrarme, desaprender lo aprendido y eso requiere de tiempo.
Fluir
cuando parece imposible.
Sentir.
Doler.
Porque
ahora me duele lo lejos que te fuiste y necesito la facilidad que te acompaña y
con la que me hablaste.
Me
llenaste la casa de alegría.
Está(s)
por todas partes.
Y
ahora la distingo vacía.
Creo
que a eso se le llama morriña.
Extrañar
y conmover.
Voy
a ver que hago con todo esto, mi niña…
Puedes
romper este silencio.
Puedes
romper lo que quieras mientras te sigas quedando conmigo…
Porque
en realidad yo ya estoy muy rota y aquí ya no hay nada tuyo,
pero todo sigue siendo una parte de ti.
Cuando
no te queda nada y todo es una pequeñísima fracción de lo que fuiste…
No
quiero estar, pero tampoco quiero irme. No del todo. No como tú.
Quizá
fue posible que el tiempo nos olvidara, yo no fui capaz de hacerlo.
Pensaré
en ti siempre que pueda hasta que no pueda más.
Y
podría pensarte menos y olvidarte un poco más, pero no sé cómo hacerlo.
Quisiera
olvidar que no olvido.
Mantengo vivo tu recuerdo porque contigo ya no puedo.
Mostrar la tristeza requiere de mucha valentía.
Y
de cobardes está el mundo lleno.
Te
quiero con todo lo que tengo (sea la cantidad que sea eso).
Si
el tiempo sirve para medir algo, tú mides 48.
Los papás, 49.
Y
yo, siempre seré la niña, aunque mida 42.
Hay
cosas que no cambian, aunque ya nada es igual.
Mientras
vamos de un lado al otro.
De
un lado al
otro.
Y nunca nos encontramos.
¿Cuánto
pesa todo lo que sentimos?
¿Cuánto
pesas tú?
¿Cuánto
peso yo?
¿De
cuántas partes estamos hechas?
¿En
cuántos trozos nos partimos?
¿Cuántas
veces nos dividimos?
Hay
amores tan fuertes que no pesan nada.
Llevo
días pensando en cosas (aparentemente) estúpidas.
Y
me río de mí misma…
Es
increíble la de tonterías que se me pasan por la cabeza.
Últimamente
es como si le quitase hierro a todo, como si nada me preocupase,
como
si nada me importase ya.
¿Será
algo pasajero o estoy ante una nueva yo? Mucho más pasota, por cierto.
Y
me apetece profundizar, llevo tantos días sin ponerme seria…
que
puede que hasta se me haya olvidado cómo hacerlo.
Me
siento aquí con la única intención de dejarme llevar hasta donde sea posible.
Y
recordar, recapitular, pensar en los últimos meses y más que buscar culpables,
lo
que quiero es ser consciente de cuánta parte de esa culpa me pertenece.
Lo
he soltado todo y me he quedado sin nada.
¿Cuánto
pesa lo que no se ve?
Hoy
estuve pensando en ti, en todo lo que fuimos, en todo lo que somos,
en
todo lo que ya no seremos.
¿Cómo
explicarte que ya no cuento contigo como antes?
¿Cómo
decirte que ya no pienso en ti para contarte?
Que
ya no ríes, ya no curas, ya (prácticamente) nada.
Ignorar
que no te necesito me ha dado todas las respuestas.
No
sé en qué momento te volviste tan egoísta.
No
sé cuál es tu problema, pero tampoco sé cuál es el mío.
Y te voy a decir una cosa, yo también cuento.
Solo que ahora cambio el contigo, por el por
mí.
Cada
una percibe las cosas bajo su propia realidad, que no coincide con la de los
demás.
Nos
distanciamos de personas sin que haya ocurrido nada que lo justifique…
a
mí me ha pasado infinidad de veces, no importa una más…
Esas
cosas pasan, sin saber cómo ni por qué, ¡o sí! ¿Quién sabe?
A
lo mejor es que no queremos saberlo. Ya nos está bien así.
La
ignorancia es un arma de doble filo.
Las personas cambiamos, no podemos volver a ser
las del pasado…
porque esas mismas cosas que nos cambiaron nos
hacen ser quienes somos ahora.
Ni mejor, ni peor.
He aprendido a tener paciencia, aunque a veces se me acabe.
A decir NO alguna vez, a no pensar siempre antes en los demás, a
no forzar situaciones que no vienen solas.
Me
he dado cuenta del grado de interés, me he cansado de ser siempre la que se
adelante a preguntar… ¿Sabes? yo también importo y si a ti no te sale, por algo
será…
He
dejado de preguntarme que ha pasado o cuánto tiempo hace que no hablamos.
Y
sobre todo, he dejado de enfadarme al darme cuenta de la cantidad.
Cuando
sólo es una la que parece que importa... de a dos o de nadie.
El
interés con interés se paga.
No
hay cosa que me dé más rabia…
que
me digan que no pasa nada cuando yo sé que pasa algo.
Callar
no es mentir, pero tampoco es hablar.
Nos
vamos antes de habernos acabado.
Brillas, pero por tu ausencia.
Vuela,
que yo te vea.
He empezado a escribir un poema pensando en una persona y lo he terminado pensando en otra.
La poesía juega a su antojo conmigo.
---
Nunca
hablo lo que escribo, pero siempre hago todo lo que digo.
---
No
sé cómo empezar a decirte lo que quiero terminar por decirte.
Voy
a escribirlo.
---
Y lo ha vuelto a hacer, me ha hecho escribir
sobre algo en lo que no quería ni pensar.
---
Tu
sonrisa me ha contado una historia.
Que
yo ahora la pienso versar...
Érase
una vez, tú.
---
En
mis letras, te sigo teniendo.
---
Si
el amor no nos salva, la poesía lo hará.
---
Cuanto
más adorno lo que quiero decir, peor lo digo.