Hoy tengo la sensación de vivir en un escaparate.
Escaparate orientado a la calle, donde todo aquel que pasa, parece tener derecho a opinar…simplemente porque alguien les puso una boca con la que poder hablar.
Aun sin yo tener suficientes ganas de escuchar, tengo que transformar el insoportable timbre de sus voces, en mi banda sonora…apoteosis final.
Micrófonos en mano, están dispuestos a cantar, están dispuestos a actuar…
Se creen actores principales, cuando no son más que simples actores de reparto, en esta mi película, que yo decido rodar.
Una película donde dirijo, interpreto y decido, lo que hay que contar.
Pienso cortar con tijera, un sinfín de escenas.
Carretes enteros que no pienso revelar.
Tomas falsas que pienso retocar.
Porque me molesta inmensamente su bulto corporal.
Sobreactúan, no emocionan y no saben llegar.
Simplemente saben ocupar.
Ocupan tiempo y espacio sin miramiento.
Que crueldad.
Y son tan ignorantes, que en su paseo de la fama se sienten venerados.
Aunque más bien son ridiculizados. Constantemente.
Tristes egos andantes, sin autocrítica y sin humildad, que se sienten el centro del mundo y lo único que hacen es dar vueltas sobre si mismos.
Pero desde mi posición, donde soy consciente, donde me siento importante, donde me siento alguien, decido desenfocar y pienso en la siguiente escena a rodar.
Mantengo el dicho de ver, oír y callar.
No merecen mi atención, si mis despectivas palabras, porque me roban ilusión y pedacitos de tiempo…y mi tiempo, hoy, se vende caro.
Que tiren la piedra y escondan la mano. En eso son expertos. Allá ellos.
Que triste es no saber diferenciar la simpatía de la indiferencia, la alegría de la tristeza, el respeto de la confianza, la sencillez de la ostentación, la humildad de la petulancia, la simple grandeza de la gran mediocridad…
Triste porque viven en un mundo creado por y para ellos, en el que se mienten a diario, en el que viven una falsa vida, llena de falsos recuerdos.
Triste, muy triste.
Pero en este estudio de grabación, como en todos, hay una puerta de atrás, que invita a abrirla, que invita a traspasarla.
La ultima salida para mí, la primera para ellos.
Y unos brazos que ayudan, que empujan…si hace falta. Los míos.
Si nadie os dio vela en este entierro, apagar vosotros mismos la llama.
El presupuesto es escaso, los decorados de gran belleza, hoy quito y pongo lo que me da la gana, empiezo la siguiente toma y sinceramente, no encuadráis en ella.
Ya sabéis donde esta la salida.
Dejarme trabajar tranquila.
Que tengo aun muchas cosas que contar.
Y el gran estreno se acerca.
Alfombra roja, para los que yo quiera.
Dejar paso libre.
Hablar cuanto queráis.
No escucho.
No pienso hacerlo.
Si supierais lo que pienso, aun hablarías peor.
Críticos insensibles que deberían pasarse revista.
Esta visto que aquí, todo el mundo tiene derecho a opinar.
Deberían darles también el derecho a callar.
Muchos viviríamos mejor.
Al menos más tranquilos.
En un escaparate me siento.
En un escaparate estoy.
Cualquier día rompo el cristal y me pongo a gritar.
Un día cualquiera…en que mi paciencia, ya no aguante más.
Desde este lindo escaparate, saludo a quien se sienta aludido.
Un escrito demasiado inteligente, para que las personas que se deban sentir aludidas lo hacen, porqué has olvidado que no leen más que sus propios gestos, sus propias miradas...Asi son de infelices pobres!!!...Genial.
ResponderEliminar