Va pasando la vida...
Mirar atrás siempre es peligroso, porque te puedes quedar o tropezar, o no vivir la maravilla que tienes delante.
El tiempo pasado no es ni mejor ni peor, es pasado.
Hay que mirar hacía adelante y ver todo el camino que todavía hay que hacer y que no se sabe donde te llevara. Pero eso no significa olvidar.
Olvidar mi vida, olvidar la vida que me ha rodeado, sería como negar lo que ahora soy, lo que somos todos; el resultado de muchos años de ensayo.
La vida como el teatro es ensayar. Y los ensayos no acaban nunca.
Cuando trabajas un nuevo espectáculo, siempre te falta tiempo.
Cuando trabajas un nuevo amor, también.
Cuando acabas un espectáculo, ya quieres comenzar a trabajar el siguiente.
Cuando acabas un amor, también.
No hay nada que esté parado, todo se mueve, cambia, se desarrolla, se transforma y se convierte en otra cosa, ni mejor ni peor.
Mi fuerza me ha transformado, me ha moldeado y me ha hecho ser lo que ahora soy.
Y ahora no soy ni mejor ni peor, soy diferente, como todo, como todos.
Y lo más importante: todavía estoy viva, muy viva, terriblemente viva, palpitando y con ganas.
Con ganas de continuar mientras haya gente que quiera ensayar, que quiera continuar ensayando, caminando hacía adelante.
Mientras haya gente que se enamore.
¿ Porque si no es amor, que otra cosa puede ser?
La humanidad que nos envuelve, es querernos a nosotros mismos.
Querer al asesino y al ángel.
El asesino y el ángel que todos llevamos dentro.
El amor nos permite poder asistir impunemente al espectáculo de nuestras vergüenzas.
Nos permite llorar de gozo y reír de tristeza.
De nuestros gozos y de nuestras tristezas.
Llorar por algo que aunque no esta perdido esta muy lejos de nuestro alcance.
Reír por la sonrisa de un niño...
Y sentirnos cómo él.
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