¿Destino?
¿Casualidad?
¿Encuentros furtivos?
¿Encuentros buscados?
¿Caminos cruzados?
¿Lo sabes tú?
¿Lo sé yo?
¿Quién lo sabe?
¿Importa?
Saludos.
Conversaciones.
Preguntas.
Respuestas.
Letras, números, direcciones, nos ubicamos.
Nombres, fechas, signos astrales, nos presentamos.
Hechos, experiencias, vivencias, nos conocemos.
Maneras de ser, de estar, de pensar, de actuar.
Te explico.
Me explicas.
Empezamos a entendernos.
Comenzamos el juego.
El de dar y tomar.
Ofrecer y esperar.
Observar y pensar.
Sentir y extrañar.
Primeros encuentros.
Risas.
Nervios.
Vienes, te vas.
Voy, vengo.
Caminos enlazados.
Caminos andados.
Caminos encontrados.
Kilómetros, distancias recortadas.
Acotadas.
Valladas.
Expropiadas.
Rincones, paisajes, lugares.
A los que pongo nombre.
Tu nombre.
Porque son tuyos y me recuerdan a ti.
Porque los admiro a mi paso y los conozco, gracias a que tú me estarás esperando.
Allí.
En cualquier parte.
Resurgirás, saldrás de la nada, multitud que se convierte en individualidad, silenciaras el bullicio de los gritos que deja la gente al pasar, mundanal ruido que se evapora sin más…al verte llegar.
Silencio.
Segundos, minutos, en que nada importa, nada pasa, nadie habla, pero todo sigue en constante movimiento.
Todo vuelve a su cauce.
A su calma.
Despierto de mi viaje interno al escuchar el pitido del tren.
Que me avisa de su marcha.
Que me deja en tierra.
Tierra de nadie.
Tierra de alguien.
Tierra.
Ya no siento el vaivén incesante.
Por fin anclo en mi destino.
Estas conmigo.
Me dejo llevar por ti, contigo.
A donde me quieras llevar.
Ando, andas, andamos.
Sin saber donde vamos.
¿Que mas dará?
Nos preguntamos.
Si viajamos, para encontrarnos.
Y al encontrarnos, viajamos.
Rumbo y destino fijados.
Y en buen puerto hallados.
Tu cara, tu cuerpo y tus manos.
Guía perfecta.
Ruta de viaje inédita.
Espléndida.
Que me hablan de ti, me enseñan, me cuentan.
Maravillas.
Belleza.
Que suerte haber llegado.
Que suerte haberte encontrado.
Contigo, destino a cualquier parte. Tu eres principio y fin.
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