Lo importante pesa, por algo es importante. El pasado nos habla de vida, de que la hubo, aunque ahora puede que ya no. Acumulo minutos y no dejo de preguntarme en qué momento se fue todo a la mierda. Y me viene a la cabeza, una y otra vez, esa frase que tanto me gusta: «Éramos felices y no lo sabíamos».
Me gustaría volver volver
(así dos veces, que parece más) a la vida de antes o a ser la misma de
entonces, pero creo que se me ha hecho tarde. Me justifico por ser diferente,
cuando lo único que quiero es volver a ser la misma de siempre. Ya no me queda pasado.
Tendré que hacer futuro (mañana empiezo, que hoy estoy cansada…) A esto se le llama procrastinar. Ayer éramos la mitad de
algo. Hoy somos olvido. ¿Cuánto falta para
llegar a la nada?
He vivido en tres
casas, pero he tenido un solo hogar. No soy nadie, pero me
siento importante (quizá ese es el truco de mi felicidad). Mi sombra es cada vez
más grande, intento que la sonrisa no sea menor (aunque no siempre lo
consigo). Soy como un libro
abierto, pero cerrado. Al menos últimamente… Esto ya es el no va
más, pero ¿dónde vamos exactamente?, nunca lo he sabido… Tengo la sensación
sutil pero persistente de estar fuera de lugar. Y por fin a esto le han
puesto nombre, se llama monachopsis.
Este menos siempre va a
más y el más nunca suma, siempre resta. Sigo sumando con los
dedos y olvidando todas las cuentas, hasta las pendientes… Llevo un par de noches
de más con algún sueño de menos, por lo que me debo unos cuantos días y un buen
puñado de sueños. Que ya me los cobraré cualquier día de estos. El último invierno, me
ha durado dos veranos. Y ando buscándolos… Empiezo a pensar que
tengo mala suerte y que esta mala racha está durando demasiado. Querer es más difícil
de lo que pensaba, aunque no sé muy bien en qué pensaba… Quiero… la verdad es
que tampoco sé lo que quiero. Pero sí sé lo que NO
y eso ya es algo, digo yo. Regalé mi alma con tal
de no verla más, eso dice mucho de mí. Más bien todo…
Escribo para evitar ir al psicólogo. Pero si tengo que ir, voy. No tengo problema con eso… Cuando escribo me expreso de una manera y cuando hablo me expreso de otra. Y nada tienen que ver entre ellas. Ante la mala educación, no puedo estar callada. Aprenderé a tener la boca cerrada el día que los demás aprendan a no abrirla tanto. No necesito ni llevar la contraria ni tener que decir la última palabra para sentirme mejor, porque para llevarme la contraria no se me ocurre mejor persona que yo… que estoy tan llena de contradicciones que tengo hasta para regalar. No quiero discutir, no lo necesito. Ni quiero tener la razón, pero sí que me dejen hablar. Para hablar siempre estoy dispuesta, y lo puedo demostrar. Soy capaz de no decir nada aun sabiendo que tengo la razón. A esto se le llama autocontrol.
Lo pienso todo dos
veces y casi siempre en las dos me decanto por lo mismo. Soy de blancos o
negros, y algún que otro gris… pero pocos, esa es la verdad. Soy muy decidida,
pienso A, digo B y hago C. Y en los test, odio que haya opción D… ¡qué necesidad de liarla
más…! ¿Para qué? Si debo elegir entre
perder o destrozar elijo lo que creo que puedo soportar, que cada cual piense
lo que quiera.
Pongo el corazón sin
nunca decir pero. Pero ya me he cansado. El cuerpo hace mucho
que no lo pongo. El arte de quererse a una misma. Con un dedo hago lo que
quiero. Prefiero no apuntar a
otro sitio que no sea yo porque no me gusta juzgar. No soy quién para
hacerlo. Siempre me falta algo.
Un poquito más. Desconfío de quien dice tenerlo todo. Sigo buscando mi lugar,
ese puto putísimo lugar. Creo que anda cerca… Siento que he perdido
muchas más batallas de las que he ganado. Y también de estar al
límite, de tener agotada la reserva de paciencia, de no tener el ánimo
suficiente como para aparentar que todo me importa una mierda. Por suerte no es
siempre, lo de sentirme así digo.
Cambio de tema como
quien cambia de camisa, creo que ha quedado demostrado… Para no tener nada que
decir, continuamente se me va de las manos. Se me calienta la boca, y lo que no
es la boca. Adoro este tipo de textos en los que empiezas con una idea y
terminas con otra. En los que no dices nada y lo dices todo. A los que no le pondría
fin, pero no quiero aburrir…
¡Joder! Cómo echaba de
menos esto de escribir…