Acabé diciendo lo que dije que nunca diría.
Acabé olvidando lo que creí que nunca olvidaría.
Acabé tolerando lo que dije que nunca aguantaría.
Acabé amando a quien pensé que nunca querría.
Acabé llorando por quien dije que nunca lloraría.
Acabé dolida por quien creí que nunca me dañaría.
Todo esto vivido en el pasado me hace tener un presente.
Y en este presente, a veces me hago trampas.
Prefiero hacerme trampas...
hacer como que no me doy cuenta.
Hacerme la tonta se me da bastante bien.
No quiero ver pero miro.
No quiero oír pero escucho.
No quiero opinar pero hablo.
Debería dejar de hacer tantas cosas que hago…
Pero donde dije digo digo Diego...
si aprendiera a estar callada,
no tendría que tragarme mis propias palabras.
MIS COSITAS
▼
lunes, 28 de octubre de 2019
sábado, 26 de octubre de 2019
Compro
Compro la sonrisa sincera, esa que cuenta verdad, la dedicada, la robada, la tímida y la que habla sin apenas decir nada.
Compro la risa, la carcajada, esa a la que llaman exagerada y que a veces se acompaña hasta con lágrimas, la que incluye gritos, la del hipo, la tonta, la nerviosa y la mejor, esa que contagia.
Compro la felicidad, la buscada, la encontrada, la escondida, la propia y la de los demás, esa que se da, que se regala y que a cambio no espera nada.
Compro la mirada, la de deseo, la que viaja a través del tiempo, la que es capaz de rescatarte de un agujero, la tierna, la achinada, la negra, la castaña, la verde y la azulada.
Compro una pequeña porción de lágrimas, de esas que cuando caen regeneran las ganas.
Compro la voz, la que no se olvida, la que produce una inmensa alegría, la que se echa en falta, la que provoca la risa, esa que te recuerda a una vida.
Compro a los amigos, a los que están, a los que no están, a los que están pero no están, a los que no están pero si están, a los que están aun cuando no pueden estar y a los que quieren estar pero no pueden estar.
Compro la creencia, a poder creer en algo o en alguien, si es que existe ese algo o ese alguien, se llame Dios o vete tú a saber cómo se llame.
La fe no la compro, porque no sé lo que es.
Compro los besos, los lentos, los fogosos, los eternos y los de ya no hay tiempo, los de chocar la boca de un niño y los de abuela que hacen tanto ruido.
Compro un sueño, fácil o difícil, cada uno verá hasta dónde puede llegar, al menos uno hay que tener, para poder tener algo por lo que luchar.
Compro la esperanza, la ilusión, la pasión, la comprensión, la empatía, la humildad, la lealtad y todo aquello que me pueda ayudar a ser más accesible a los demás.
Compro caricias, de esas que se hacen con la mano abierta, de las que erizan, de las que giran, de las que hacen cosquillas y de las que acompañan mientras se tirita.
Compro el aquí, el ahora, el nada más me importa.
Compro el hoy, ese hoy que se transforma siempre en un todavía.
Porque el mañana ya vendrá, el pasado ya no está y el futuro quizá, no llegará.
Compro un poquito de por favor, un gracias, un no hay de qué y un a sido un auténtico placer.
Compro el silencio, ese que descansa, que te hace sentir en calma, ese que va bien para escucharse a una misma y poder así curar el alma.
Compro las manos frías, para poder notar siempre, un corazón caliente.
Compro un recuerdo, aquel que sobrevive al paso del tiempo, ese que revives una y otra vez como si fuese el mismísimo ayer, el que te hace volver, ese que te hace crecer, el que te hizo ser y el que te deja poder ser.
Compro el aprender, el no volver a caer, el caminar siempre hacia adelante para no retroceder, el poder equivocarme y el perdón a dicha equivocación, el no errar doblemente, el conocer todos mis defectos, no justificarlos y aprender a lidiar con ellos, pero sobre todo compro, el no tener que recordarme a mí misma cuales son mis virtudes porque ya las tengo más que aprendidas.
Compro todo lo que me ayude a ser mejor persona, al igual que ya hace algún tiempo vendí, todas las malditas sobras.
Compro la risa, la carcajada, esa a la que llaman exagerada y que a veces se acompaña hasta con lágrimas, la que incluye gritos, la del hipo, la tonta, la nerviosa y la mejor, esa que contagia.
Compro la felicidad, la buscada, la encontrada, la escondida, la propia y la de los demás, esa que se da, que se regala y que a cambio no espera nada.
Compro la mirada, la de deseo, la que viaja a través del tiempo, la que es capaz de rescatarte de un agujero, la tierna, la achinada, la negra, la castaña, la verde y la azulada.
Compro una pequeña porción de lágrimas, de esas que cuando caen regeneran las ganas.
Compro la voz, la que no se olvida, la que produce una inmensa alegría, la que se echa en falta, la que provoca la risa, esa que te recuerda a una vida.
Compro a los amigos, a los que están, a los que no están, a los que están pero no están, a los que no están pero si están, a los que están aun cuando no pueden estar y a los que quieren estar pero no pueden estar.
Compro la creencia, a poder creer en algo o en alguien, si es que existe ese algo o ese alguien, se llame Dios o vete tú a saber cómo se llame.
La fe no la compro, porque no sé lo que es.
Compro los besos, los lentos, los fogosos, los eternos y los de ya no hay tiempo, los de chocar la boca de un niño y los de abuela que hacen tanto ruido.
Compro un sueño, fácil o difícil, cada uno verá hasta dónde puede llegar, al menos uno hay que tener, para poder tener algo por lo que luchar.
Compro la esperanza, la ilusión, la pasión, la comprensión, la empatía, la humildad, la lealtad y todo aquello que me pueda ayudar a ser más accesible a los demás.
Compro caricias, de esas que se hacen con la mano abierta, de las que erizan, de las que giran, de las que hacen cosquillas y de las que acompañan mientras se tirita.
Compro el aquí, el ahora, el nada más me importa.
Compro el hoy, ese hoy que se transforma siempre en un todavía.
Porque el mañana ya vendrá, el pasado ya no está y el futuro quizá, no llegará.
Compro un poquito de por favor, un gracias, un no hay de qué y un a sido un auténtico placer.
Compro el silencio, ese que descansa, que te hace sentir en calma, ese que va bien para escucharse a una misma y poder así curar el alma.
Compro las manos frías, para poder notar siempre, un corazón caliente.
Compro un recuerdo, aquel que sobrevive al paso del tiempo, ese que revives una y otra vez como si fuese el mismísimo ayer, el que te hace volver, ese que te hace crecer, el que te hizo ser y el que te deja poder ser.
Compro el aprender, el no volver a caer, el caminar siempre hacia adelante para no retroceder, el poder equivocarme y el perdón a dicha equivocación, el no errar doblemente, el conocer todos mis defectos, no justificarlos y aprender a lidiar con ellos, pero sobre todo compro, el no tener que recordarme a mí misma cuales son mis virtudes porque ya las tengo más que aprendidas.
Compro todo lo que me ayude a ser mejor persona, al igual que ya hace algún tiempo vendí, todas las malditas sobras.
miércoles, 23 de octubre de 2019
Vendo
Vendo la insoportable levedad del ser cuando no sabe qué hacer.
Vendo las preguntas que no llevan a qué y vendo las respuestas que no sirven de qué.
Vendo la desgana, el cansancio, la indecisión, las dudas y algunas metáforas.
Vendo la desilusión.
Cuando nadie me oye, vendo hasta mi voz.
Vendo la tristeza, las lágrimas, el mal sueño y las malas caras.
Vendo la rutina, las obligaciones, el aburrimiento, el querer y no poder y de paso también vendo, el querer y no saber.
Vendo los sueños que no se cumplen y los que se olvidan al despertar.
Vendo los envases del vacío, los remiendos del castigo y los insultos desmentidos.
Vendo las verdades a medias y las mentiras enteras.
Vendo las mentiras que son dichas de verdad.
Vendo lo infame, las calumnias, los reproches y el descaro.
Vendo el silencio y las palabras atropelladas.
Vendo la soledad del alma, vendo el olvido, el extravío, las pocas ganas y las promesas aceleradas.
Vendo el desastre, el caos y el suicidio.
Vendo el miedo, la ira, la cólera y la desidia.
Vendo la farsa, la comedia y el drama.
Vendo la queja, la inseguridad y el egoísmo.
Vendo el falso alivio, la fatiga y la ansiedad.
Vendo la incongruencia, la desfachatez y el "pasotismo".
Vendo la desazón, la penuria, la enfermedad y el cuidado paliativo.
Vendo el cerebro cuando no hay nada dentro.
Vendo la pereza, la rutina, la cotidianidad y vendo la obligación cuando es interpuesta.
Vendo extrañar a alguien, el paso del tiempo y como éste nos hace cambiar.
Vendo a peso las cosas que pesan, las que cargan espaldas y duelen auras.
Vendo el hambre, la guerra y las armas.
Vendo las normas, las "palmaditas" en la espalda y las máscaras.
Vendo los despidos y las despedidas.
Vendo la tristeza del que se siente ignorado, el mal humor del malhumorado y la autoestima del despechado.
Vendo la infidelidad del que no sabe decir que no y vendo también las justificaciones del posterior.
Vendo la mirada triste, la de dolor, la que te busca entre la gente y te hace sentir culpable aún sin razón.
Vendo lo invendible.
Vendo los retales de una vida que ya he vivido.
Aun sabiendo que a nadie debiera interesar.
Vendo las preguntas que no llevan a qué y vendo las respuestas que no sirven de qué.
Vendo la desgana, el cansancio, la indecisión, las dudas y algunas metáforas.
Vendo la desilusión.
Cuando nadie me oye, vendo hasta mi voz.
Vendo la tristeza, las lágrimas, el mal sueño y las malas caras.
Vendo la rutina, las obligaciones, el aburrimiento, el querer y no poder y de paso también vendo, el querer y no saber.
Vendo los sueños que no se cumplen y los que se olvidan al despertar.
Vendo los envases del vacío, los remiendos del castigo y los insultos desmentidos.
Vendo las verdades a medias y las mentiras enteras.
Vendo las mentiras que son dichas de verdad.
Vendo lo infame, las calumnias, los reproches y el descaro.
Vendo el silencio y las palabras atropelladas.
Vendo la soledad del alma, vendo el olvido, el extravío, las pocas ganas y las promesas aceleradas.
Vendo el desastre, el caos y el suicidio.
Vendo el miedo, la ira, la cólera y la desidia.
Vendo la farsa, la comedia y el drama.
Vendo la queja, la inseguridad y el egoísmo.
Vendo el falso alivio, la fatiga y la ansiedad.
Vendo la incongruencia, la desfachatez y el "pasotismo".
Vendo la desazón, la penuria, la enfermedad y el cuidado paliativo.
Vendo el cerebro cuando no hay nada dentro.
Vendo la pereza, la rutina, la cotidianidad y vendo la obligación cuando es interpuesta.
Vendo extrañar a alguien, el paso del tiempo y como éste nos hace cambiar.
Vendo a peso las cosas que pesan, las que cargan espaldas y duelen auras.
Vendo el hambre, la guerra y las armas.
Vendo las normas, las "palmaditas" en la espalda y las máscaras.
Vendo los despidos y las despedidas.
Vendo la tristeza del que se siente ignorado, el mal humor del malhumorado y la autoestima del despechado.
Vendo la infidelidad del que no sabe decir que no y vendo también las justificaciones del posterior.
Vendo la mirada triste, la de dolor, la que te busca entre la gente y te hace sentir culpable aún sin razón.
Vendo lo invendible.
Vendo los retales de una vida que ya he vivido.
Aun sabiendo que a nadie debiera interesar.
lunes, 21 de octubre de 2019
El pasado, pasado es
Superar, perdonar y olvidar el pasado.
Avanzar.
Para poder llegar a recordar el futuro con satisfacción…
cuando éste llegue y se convierta una vez más,
en un pasado un tanto cercano…
pero pasado al fin y al cabo.
Avanzar.
Para poder llegar a recordar el futuro con satisfacción…
cuando éste llegue y se convierta una vez más,
en un pasado un tanto cercano…
pero pasado al fin y al cabo.
viernes, 18 de octubre de 2019
Aires (Buenos) #3
Hace dos
meses ya que volví de vacaciones y desde entonces, he tenido en mente esta
entrada, la tercera y última de Buenos Aires.
La próxima no será la primera vez que te quiero…
Quizás ha sido
la vez que más me ha costado coger el ritmo de nuevo, quizás ha sido la vez que
más tiempo he estado de vacaciones o quizá solo ha sido la vez, en que he
dejado las cosas fluir por sí solas sin contar con nadie salvo conmigo.
Y he de decir
que disfrute de mi compañía.
Viajar sola
es algo que nunca había hecho.
Y menos, tan
lejos.
Y allí
encontré, además de amigos, la sensación de que lo más importante es estar bien
con uno mismo… para que ni te sobre ni te falte cariño.
Y explicado
todo esto, quiero dar paso a la entrada que realmente quiero hacer.
Allí conocí a
alguien especial, a alguien que me he traído conmigo… y al que considero ya, un
amigo.
Aprendí con
él tantas y tantas cosas…
cosas que no
están en los libros, ni en la distancia, ni en la edad, ni en el olvido.
Me di cuenta,
que a veces, la confianza no hace falta ganársela.
Que viene
así, como regalada… y se abre paso con descaro y se sienta en la misma mesa en
la que estás.
¿mira quien
viene a cenar esta noche? Éramos tres en aquella cena… y en aquel baile de
tango que no bailamos pero que si disfrutamos.
Quise ir a la
milonga, me llevó.
Quise
ir a Caminito, me llevó.
Y ahora que
lo pienso, tendría que haberle pedido la luna, me la hubiese traído sin dudarlo
y puesto en mi plato, seguro.
A veces
pienso las cosas demasiado tarde… y ese es un gran defecto que tengo. Tonta de
mí.
A veces
también, una da con personas fáciles a las que se llega fácil, con almas
pensantes, con poetas sensibles, con corazones tiernos… lo único malo de todo
esto, es que das con ellas en la otra punta del mundo y no puedes seguir
disfrutándolas a diario…
Y a veces, la
tecnología, las redes, la poesía… se queda corta con tanta lejanía.
Allí te deje
mil sonrisas en formato bolsillo para que las sacaras siempre que las
necesitaras, pero ves, esto también se me antoja frío ante tu calidez.
Y pienso en
aquello de que hay personas que pasan por delante pero no por dentro.
Y lo cambio y
digo, que hay personas que entran directamente al corazón y se instalan como si
estuvieran en su casa. Eso es tremendamente bello.
Como esa
pasión por el fútbol que no entiendo pero que respeto… y a la que yo le pongo
los colores de Boca simplemente porque me gusta como combinan.
Me sentí
protegida contigo. Mi guardaespaldas y guía porteño.
Mi amigo
bloguero, tan tierno.
A tu lado,
nada malo podía pasarme.
Y nada malo, nos pasó.
Hoy, desde mi
casa y pensándolo tarde como de costumbre, respondo a una de tus preguntas.
Si, volvería
a Buenos Aires.
Solo por vos.
Así salió,
amigo.
Así de
bonito.
La próxima no será la primera vez que te quiero…
Como tampoco
será la última vez que muero.
Carlos
Perrotti.
jueves, 17 de octubre de 2019
Pecosa
¿Tanto se me nota?
¿El qué?
Que me gustas…
Hace rato ya.
¿Y que te parece?
Confieso que me pone tontita, ¿y a ti?.
A mí, se me revuelven las pecas.
¿con qué? ¿conmigo?
Si, contigo…
¿Y solo conmigo?
Solo contigo.
Tienes muchas pecas…
A ti te dejo jugar con ellas, puedes hacer lo que quieras…
¿Cómo qué?
Cuéntalas, desordénalas, remuévelas, revuélvelas, piérdelas…
Se me ocurre algo mejor que hacer…
¿si? ¿el qué?
Ahora solo quiero besarte.
Pues no lo pienses más, bésame.
Y que calles de una vez.
Pues bésame durante más tiempo.
Calla…pecosa.
Prometo no decir nada mientras nos estemos besando…
¿El qué?
Que me gustas…
Hace rato ya.
¿Y que te parece?
Confieso que me pone tontita, ¿y a ti?.
A mí, se me revuelven las pecas.
¿con qué? ¿conmigo?
Si, contigo…
¿Y solo conmigo?
Solo contigo.
Tienes muchas pecas…
A ti te dejo jugar con ellas, puedes hacer lo que quieras…
¿Cómo qué?
Cuéntalas, desordénalas, remuévelas, revuélvelas, piérdelas…
Se me ocurre algo mejor que hacer…
¿si? ¿el qué?
Ahora solo quiero besarte.
Pues no lo pienses más, bésame.
Y que calles de una vez.
Pues bésame durante más tiempo.
Calla…pecosa.
Prometo no decir nada mientras nos estemos besando…
martes, 15 de octubre de 2019
Ya me está bien
No quiero conocer todos tus secretos.
Ya tengo los míos.
No necesito ni de más, ni de menos, ni de nuevos.
Todos me caben aquí, en el mismo sitio.
Están bien guardaditos.
Ya tengo los míos.
No necesito ni de más, ni de menos, ni de nuevos.
Todos me caben aquí, en el mismo sitio.
Están bien guardaditos.
sábado, 12 de octubre de 2019
Punto de partida
Tu boca,
el punto de partida,
desde el que viajar a infinitos sitios,
a tantos lugares perdidos...
Tu llenas ese espacio,
ese espacio que no es de nadie,
con palabras y silencios,
desde la más absoluta calma,
al caos de tu mirada,
llenas contigo el eco en las montañas
y silencias la ciudad,
con vuelos a ras de suelo.
El punto de partida,
desde el que salir y al que regresar,
caminos de ida y vuelta,
a tu casa,
a tus ojos,
a tu vientre,
encuentro mi hogar entre tus piernas,
como encuentro calma en tus manos,
en tu abrazo,
en todas aquellas miradas que me vas dedicando,
que ya siento mías
y que ya, te he robado.
Eres el punto de partida,
del primer día del resto de mi vida.
Ese punto…
entre líneas oblicuas,
ese equilibrio…
cuando todo parece que se derrumba…
y una se queda estática,
sonriente,
sin miedo a la caída.
Eres el punto de partida,
de todo aquello que continúa.
Eres tiempo de suspiros,
de espacios,
de detalles,
de versos en los que,
tú le pones el punto y final,
a todo lo que yo tengo que decir.
Aunque a veces,
parezca,
que ya no tengo nada más que contar,
o sí,
y que yo misma me contradiga,
y me ponga en evidencia.
Y busque en tu abrazo,
dónde poder sosegarme,
dónde perder la importancia,
de todas aquellas cosas que si importan...
con total intimidad,
con total impunidad...
donde no me siento ignorante
donde no me siento cobarde.
Eres el punto de partida,
donde empezar con la vida...
y donde regresar,
cuando ésta decida que termina.
Eres de vida y vuelta.
el punto de partida,
desde el que viajar a infinitos sitios,
a tantos lugares perdidos...
Tu llenas ese espacio,
ese espacio que no es de nadie,
con palabras y silencios,
desde la más absoluta calma,
al caos de tu mirada,
llenas contigo el eco en las montañas
y silencias la ciudad,
con vuelos a ras de suelo.
El punto de partida,
desde el que salir y al que regresar,
caminos de ida y vuelta,
a tu casa,
a tus ojos,
a tu vientre,
encuentro mi hogar entre tus piernas,
como encuentro calma en tus manos,
en tu abrazo,
en todas aquellas miradas que me vas dedicando,
que ya siento mías
y que ya, te he robado.
Eres el punto de partida,
del primer día del resto de mi vida.
Ese punto…
entre líneas oblicuas,
ese equilibrio…
cuando todo parece que se derrumba…
y una se queda estática,
sonriente,
sin miedo a la caída.
Eres el punto de partida,
de todo aquello que continúa.
Eres tiempo de suspiros,
de espacios,
de detalles,
de versos en los que,
tú le pones el punto y final,
a todo lo que yo tengo que decir.
Aunque a veces,
parezca,
que ya no tengo nada más que contar,
o sí,
y que yo misma me contradiga,
y me ponga en evidencia.
Y busque en tu abrazo,
dónde poder sosegarme,
dónde perder la importancia,
de todas aquellas cosas que si importan...
con total intimidad,
con total impunidad...
donde no me siento ignorante
donde no me siento cobarde.
Eres el punto de partida,
donde empezar con la vida...
y donde regresar,
cuando ésta decida que termina.
Eres de vida y vuelta.
jueves, 10 de octubre de 2019
De letras
Fui una pésima estudiante, esa es la verdad.
Siempre me gustaron más las letras…
Y, aún así, memoricé el número exacto de tus lunares,
de los besos que nos dimos,
de las horas y los días que pasamos juntas…
de los viajes que hicimos,
de los kilómetros que recorrimos…
de las llamadas que nos hicimos,
de las risas que nos dimos…
Y hasta de todas las veces que te quiero nos dijimos…
Siempre me gustaron más las letras…
Y, aún así, memoricé el número exacto de tus lunares,
de los besos que nos dimos,
de las horas y los días que pasamos juntas…
de los viajes que hicimos,
de los kilómetros que recorrimos…
de las llamadas que nos hicimos,
de las risas que nos dimos…
Y hasta de todas las veces que te quiero nos dijimos…
lunes, 7 de octubre de 2019
Vaciarse del vacío
Hubo un tiempo...
en que...
sentí frío,
mucho frío.
Como sí me convirtiera...
en un cubito de hielo
y
fuese
recorriendo
mi propio cuerpo.
Escalofríos,
temblores,
principio de congelación...
¿Qué hacer para no partirme en dos?.
Derretir con caricias la rudeza de la rutina,
esa que es tan difícil de soportar cuando se presenta sin avisar.
Ahora soy consciente de la cruda realidad del desgaste...
mientras desearía volver a la inocencia de mi niñez,
para no darme cuenta (otra vez) de todas estas cosas.
Vaciarnos del vacío,
cómo del estómago,
no introducir nada
que no pueda salir,
expulsar hasta las lágrimas,
que no quede ni una,
que nos deje en sequía
partes del alma.
Y que llueva,
no sólo sobre mí,
no sólo sobre ti,
y que lo inunde todo.
Que llueva cantidad de deseo
de ese que se siente por dentro
y que parece,
que el tiempo
obliga
y
pone a dormir.
Que llueva hacia arriba,
que llueva hacia afuera,
pero que nunca más,
lo haga hacia dentro.
Vaciarse del vacío,
de todo el sinsentido,
de todo aquello que quedó por decir
y que por la tanto
ni siquiera llegó a poder ser.
¿Qué más se puede decir cuando crees que ya está todo dicho?.
en que...
sentí frío,
mucho frío.
Como sí me convirtiera...
en un cubito de hielo
y
fuese
recorriendo
mi propio cuerpo.
Escalofríos,
temblores,
principio de congelación...
¿Qué hacer para no partirme en dos?.
Derretir con caricias la rudeza de la rutina,
esa que es tan difícil de soportar cuando se presenta sin avisar.
Ahora soy consciente de la cruda realidad del desgaste...
mientras desearía volver a la inocencia de mi niñez,
para no darme cuenta (otra vez) de todas estas cosas.
Vaciarnos del vacío,
cómo del estómago,
no introducir nada
que no pueda salir,
expulsar hasta las lágrimas,
que no quede ni una,
que nos deje en sequía
partes del alma.
Y que llueva,
no sólo sobre mí,
no sólo sobre ti,
y que lo inunde todo.
Que llueva cantidad de deseo
de ese que se siente por dentro
y que parece,
que el tiempo
obliga
y
pone a dormir.
Que llueva hacia arriba,
que llueva hacia afuera,
pero que nunca más,
lo haga hacia dentro.
Vaciarse del vacío,
de todo el sinsentido,
de todo aquello que quedó por decir
y que por la tanto
ni siquiera llegó a poder ser.
¿Qué más se puede decir cuando crees que ya está todo dicho?.
domingo, 6 de octubre de 2019
Tengo un amor inventado
Tengo un amor inventado
y unos labios que quiero besar…
Tengo la gracia
la carcajada
y una sonrisa dónde encajarla.
Tengo el más dulce de los sueños
de día
de noche
todo el tiempo.
Tengo las suficientes ganas
como para empezar con algo nuevo
y volver a los plurales
con el cansancio justo
como para intentarlo
sin miedos.
Tengo un deseo
y si tú y yo nos sumáramos
hasta podríamos llamarlo amor.
Tengo las ventanas y las puertas abiertas
de impar en impar
porque tengo que llevar la contraria
me gusta llevar la contraria.
Pero tú, puedes pasar y cerrarlas.
Para que no nos coja frío
y que si tiritamos
sea por otro motivo.
Tengo un poema
y una canción
sonoros
abstractos los dos.
Para que te los aprendas
Para que me los bailes.
¡siempre que tú quieras!
Tengo tantas ganas…
que hasta las ganas se me van…
míralas,
detrás de ti van
no les des la espalda
¡no seas tan mala!.
Tengo tiempo para no pensar en ti
y tiempo para gastarlo contigo.
Tengo miradas para hacerte
que no podrás rechazar.
Y besos para darte
que no me podrás negar.
Tengo vestida toda tu desnudez
¿siempre te vistes tan bien?
Tengo un amor inventado
y unos labios que quiero besar…
y unos labios que quiero besar…
Tengo la gracia
la carcajada
y una sonrisa dónde encajarla.
Tengo el más dulce de los sueños
de día
de noche
todo el tiempo.
Tengo las suficientes ganas
como para empezar con algo nuevo
y volver a los plurales
con el cansancio justo
como para intentarlo
sin miedos.
Tengo un deseo
y si tú y yo nos sumáramos
hasta podríamos llamarlo amor.
Tengo las ventanas y las puertas abiertas
de impar en impar
porque tengo que llevar la contraria
me gusta llevar la contraria.
Pero tú, puedes pasar y cerrarlas.
Para que no nos coja frío
y que si tiritamos
sea por otro motivo.
Tengo un poema
y una canción
sonoros
abstractos los dos.
Para que te los aprendas
Para que me los bailes.
¡siempre que tú quieras!
Tengo tantas ganas…
que hasta las ganas se me van…
míralas,
detrás de ti van
no les des la espalda
¡no seas tan mala!.
Tengo tiempo para no pensar en ti
y tiempo para gastarlo contigo.
Tengo miradas para hacerte
que no podrás rechazar.
Y besos para darte
que no me podrás negar.
Tengo vestida toda tu desnudez
¿siempre te vistes tan bien?
Tengo un amor inventado
y unos labios que quiero besar…
jueves, 3 de octubre de 2019
Todo esto tengo
Tengo un verso en la punta de la lengua.
Un verbo aún sin conjugar y varios deslices en la sonrisa.
Tengo algo de osadía, muecas de valentía e infinitas miradas que acaban perdidas.
La ilusión se balancea en mis pestañas pero no llega a tocar con los pies el suelo.
Mis caricias más capaces todavía están por darse.
La confianza intacta, a pesar de haber tenido amores breves que duraron demasiado.
Gasto bondad y contigo sería mala hasta donde me dejaras… no más.
No tengo medida(s).
No sé no darlo todo y eso implica que a veces doy demasiado.
Tengo un montón de besos que aún no he dado.
Soy experta en perder el tiempo, tengo en qué perderlo, solo me falta el con quién...
Y tengo un poema que aún no he escrito.
Tengo tantas cosas que no sé ni por donde empezar.
Creo que lo mejor es empezar contigo.
Con el poema, digo.
Tengo un amor inventado…
y unos labios que quiero besar…
Un verbo aún sin conjugar y varios deslices en la sonrisa.
Tengo algo de osadía, muecas de valentía e infinitas miradas que acaban perdidas.
La ilusión se balancea en mis pestañas pero no llega a tocar con los pies el suelo.
Mis caricias más capaces todavía están por darse.
La confianza intacta, a pesar de haber tenido amores breves que duraron demasiado.
Gasto bondad y contigo sería mala hasta donde me dejaras… no más.
No tengo medida(s).
No sé no darlo todo y eso implica que a veces doy demasiado.
Tengo un montón de besos que aún no he dado.
Soy experta en perder el tiempo, tengo en qué perderlo, solo me falta el con quién...
Y tengo un poema que aún no he escrito.
Tengo tantas cosas que no sé ni por donde empezar.
Creo que lo mejor es empezar contigo.
Con el poema, digo.
Tengo un amor inventado…
y unos labios que quiero besar…
Barcelona '10
martes, 1 de octubre de 2019
Autosinceridad
A veces me doy rabia.
Otras me doy miedo.
Deseo tanto conocerme,
como no llegar a hacerlo.
Otras me doy miedo.
Deseo tanto conocerme,
como no llegar a hacerlo.