MIS COSITAS

martes, 27 de diciembre de 2011

423

Es difícil empezar este escrito, porque ni yo misma sé lo que quiero decir.
Esa es la verdad, no sé muy bien que hago aquí, solo que un impulso me ha traído a este lugar, con gran fuerza, como un vendaval… no sé lo que voy a hacer mañana, ni tan siquiera sé lo que he hecho hoy… y por supuesto ya olvidé lo que hice ayer.
Me tomé una o dos cañas, o tres o cuatro, ya no recuerdo… pero no voy borracha, ni voy en el metro, ni he hablado con nadie de esto, quizá solo es falta de sueño. De un desgaste o de un cúmulo de sentimientos no exteriorizados que se convierten en un agotamiento incesante.
Voy teniendo recuerdos de cosas que no he vivido, imágenes en las que no sale nadie y soledades que se pueblan de repente en una bonita pero triste habitación.
Llevo todo el día paseando por la ciudad, ciudad melancólica pero familiar.
Los adoquines de las calles van tropezando con mis pasos torpes, inseguros.
La luz de las farolas, tenues, apenas alumbran más de lo que lo hace la lámpara que ilumina esta mesa en la que escribo.
Y ese lado de la cama que está vacío, no es más que una cueva, cerrada a cal y canto, donde retumba el eco de tu respiración en un intento de hacerme el boca a boca para que no me falte el aire.
Para que no me ahogue ese silencio sepulcral de tu boca al que me obligas.
Para no sufrir un paro cardíaco… voy respirando.
Sigo respirando.
He tenido tiempo de observar a un millar de gente, un sinfín de arrumacos, dedos entrelazados, besos varios y conversaciones interesantes… y no he podido hacer nada más que anhelar algo que ya no tengo con la única satisfacción de saber, que aunque me faltas, aún te guardo dentro.
Suena triste, pero es que lo es…
Vivir a base de recuerdos, que se van perdiendo por momentos, que pasan al olvido con la misma rapidez que fueron vividos.
Y en mi cabeza hay algo que golpea, que me quita el sueño, pero que no me deja quieta y que va versionando mi reflejo aunque no quiera.
Y me maldigo a mi misma por estar diciendo todo esto.
Por dejarme llevar así.
Por perder los papeles de esta forma, incongruente, pero es que si no lo digo, reviento.
Lo siento.
Pero no te puedes imaginar lo mucho que te echo de menos.
Yo y esta maldita manía de garabatear todo lo que voy sintiendo, aún sabiendo que prometí no hacerlo y aún sabiendo que las cartas al cielo no llevan matasellos.
Mírame y no sientas lástima, al igual que yo observo a esta gente totalmente desconocida mientras me hacen sentir familiar una ciudad que no es la mía.
Y cada vez es más grande la certeza, de que olvidar es toda una proeza.
Y no me gusta jurar, pero casi te prometo que lo intento…
Y que en eso se queda.
En algo banal y circunstancial mientras yo me aseguro.
Me convenzo.
Y juro que no existe el olvido, aunque ya no estés aquí conmigo.
Y pongo todo mi esfuerzo, para que esa pena me haga sonreír aún sin ganas.
Y escribo, escribo sin parar, en un intento de acercarte a mi mientras yo misma me alejo.
No quiero que te importe, no quiero que te duela, no es un siempre todavía que espera su hora.
Y aún sabiendo que jamás leerás estas líneas, te sigo escribiendo y recordándote en familia.
Mientras tengo dos opciones.
La primera no me interesa.
La segunda no me convence.
Así que sigo en cero, nada tengo.
Y también tengo una idea, que sumada a la falta de salida que encuentro, se diluye como si nada… nadando en un pequeño charco de agua.
Y ahí intento mantenerme a flote, ensuciando mis zapatos nuevos.
Y hoy me pareció verte entre la gente, aún sabiendo que un nunca más es lo mismo que un jamás.
Y quise ser nombre en tu boca, esperanza rota, un simple recuerdo que descoloca, una fugaz mirada hacia la nada, un paseo atropellado, una sonrisa malvada, un silencio por fin hablado, un quiero volver a verte aún sabiendo que eres un imposible…
He querido ser tantas cosas sin sentido…
Que me he perdido por el camino.
¿Sabes?
En la tele acaban de decir que no creen que la situación mejore en mucho tiempo.
Yo, tampoco.

martes, 13 de diciembre de 2011

Nuevos planes, idénticas estrategias.

Como un borrador a lápiz, que poco a poco se va difuminando, la tinta corrida se va aplastando sobre las yemas y va ensuciando los demás papeles en blanco…
Esa es la comparación que te encuentro, en estos momentos que de nuevo hacen que escriba y que de nuevo me traen tu recuerdo.
Ese recuerdo que hablábamos y que no sabíamos muy bien el porque habíamos olvidado así sin más.
A veces pasamos página demasiado rápido.
Y es en ese preciso momento, en el que involuntariamente nos negamos cualquier tipo de satisfacción, quizá porque pensamos que no la volveremos a tener… cuando nos dejamos ir en vez de dejarnos llevar.
Hoy recuerdo y me vienen imágenes…
Y te veo, aunque en la más absoluta oscuridad, clara intimidad.
Vuelvo a sentir que sigo viva.
Y es que las horas contigo, las pasadas, han regenerado mis ganas.
Y quiero más, no me lo niego, los desperfectos los pulimos a besos.
Y sacamos punta al lápiz, que la brocha fina define mejor los trazos…
Y en el boceto que me planteo, voy dibujándote pausada…
Aún recuerdo tu espalda, tu movimiento, tu jadeo…
La respiración que sale de entre tus dientes, tu puerta entreabierta…
La lengua húmeda, tibia..
El labio inferior carnoso y el superior amenazante…
van mordiendo poco a poco lo que me queda de palabra, hasta dejarme muda a mi también…
Pero es que llevo días en los que solo oigo tu respiración y lo poco que dejas de la mía.
Y que le voy a hacer si en tu aliento encuentro la mayor de mis desgracias…
La debilidad.
Y es que he sido viento, espacio, aire que se evapora si lo tocan, soy ganas, sonrisa, un tiempo que dedican, una canción que gusta, una nana a destiempo que no duerme, un atajo que desvía, un sueño del que privan, un café que no despierta, una hora que no llega…
Puedo ser tantas y tantas cosas, con solo abrir la puerta.
A veces volver a lo mismo, no es sinónimo de recaer sino de reencontrarse.
La técnica es siempre la misma, solo cambiamos de persona.
Y volver atrás la vista y retroceder en el tiempo, nos hace quizá sentirnos más imponentes, a algo que no es capaz de causar el más mínimo miedo… pero que nos hace temblar.
Y quiero despertar tu intriga al igual que levantar tus pasiones.
Mientras que son tantas las cosas que ya no huelen a limpio que es difícil darle una exclusividad a algo que ya ha sido de muchas… igual que darle sentido a unas palabras que por la boca ya han salido, aunque los oídos que escuchen sean distintos…
Es tan fácil, como darse cuenta de esto y que no llegue a paralizarte.
Porque en ese recuerdo que pasea por mi mente, el tiempo no te ha cambiado, sigues igual que antes… y no debo ni buscar ni darte explicaciones a lo que tu ya sabes de antemano.
Es natural, sale todo así de bien. Es conciso. Por fin.
Tu sabes, yo sé y no nos importa.
Y des-importándonos estamos, como en una segunda adolescencia.
Como en una segunda y mejor parte.