Quiero alejarte.
Quiero que te vayas porque yo no puedo echarte.
Quiero olvidarte sin dejar de recordarte.
Estoy envasando mi vacío en un pequeño bote de cristal, casi dejando de respirar.
Es agobiante a la vez que asfixiante.
Impongo el nervio, altero mi tiempo, desordeno mi independencia.
Mi impulsiva soledad necesita de tu compañía, te pide a gritos que llenes el silencio.
Te regalé mi alma, con tal de no verla más.
Me vendí al diablo al buscar calor en otros brazos.
Mientras sigo extrañando los tuyos.
Hoy me gustaría quererte mucho.
Para mañana odiarte un poco menos.
Amor y odio que en mi caso,
van juntos y de la mano.
No puedo odiar lo que he llegado a amar.
No puedo.
Disfrazo la pena, la rabia y el dolor,
con la máscara doliente del odio.
Mientras sigo gritando en público y silenciando en privado,
que no hay amor sin desamor,
ni desamor sin decepción.
Como una droga barata que acaba saliendo cara,
es tu voz en mi silencio.
Igual adictiva, igual necesitada.
Te tenía tan al alcance que me dio miedo.
Miedo a no saber parar el bucle, producido por tu ausencia,
miedo a una posible obsesión resultante de mi divina imaginación.
Sin tu saberlo, sin yo quererlo.
A escondidas las dos.
Y conseguí lo que quería, romper la fina línea que nos mantenía unidas.
El desconocimiento nos da descanso, hace que duelan menos los pasos dados hacia el olvido.
Mientras con goma de borrar, voy borrando poco a poco los recuerdos y todo lo que has dejado aquí conmigo, olvidado.
Es fácil, es sencillo, me digo.
Aunque no me creo.
Pero lo intento.
He podido romper los lazos pero no los nudos.
No todo puede ser tan fácil, como darle a una cruz y tacharte.
No, no puede serlo, quiero creer que no debe serlo.
Desconfiaría de mi misma si lograse hacerlo, en tan poco tiempo.
Porque me siento segura del sentimiento, de lo que siento.
Aquel que a duras penas alza la voz, pero que ocupa todo mi centro.
Fiel siempre a mis creencias, a mis deseos, a los sueños que me invento, fiel siempre a mis contadas palabras gritadas en voz baja.
Fiel siempre a la promesa de querer de esta manera.
Y aunque debería aprender a decir en alto lo que vengo sintiendo, es aquí, a solas con mi yo, donde encuentro las sinceras palabras que me dicen como estoy.
Pese a quien pese.
Caiga quien caiga.
Cueste lo que cueste.
Como si tu no leyeses, en un ratito, todo lo que a mi me esta costando un mundo.
Como si tratase de engañarte al decirte que no espero robarte un suspiro entre líneas o una sonrisa desconocida.
Que manera más tonta la mía, intentar ablandarte el corazón con simples palabras.
Mientras el mío se va endureciendo un poquito más cada día…
Que gran tontería la mía…
Que anda siempre de puntillas y a escondidas.
MIS COSITAS
▼
domingo, 28 de noviembre de 2010
viernes, 26 de noviembre de 2010
Vendo
Vendo la insoportable levedad del ser cuando no sabe que hacer.
Vendo las preguntas que no llevan a qué y vendo las respuestas que no sirven de qué.
Vendo las ganas, el cansancio, la indecisión, las dudas y las metáforas.
Vendo la desilusión.
Cuando nadie me oye, vendo hasta mi voz.
Vendo la tristeza, las lágrimas, el mal sueño y las malas caras.
Vendo la rutina, las obligaciones, el aburrimiento, el querer y no poder y de paso también vendo, el querer y no saber.
Vendo los sueños que no se cumplen y los que se olvidan al despertar.
Vendo los envases del vacío, los remiendos del castigo y los insultos desmentidos.
Vendo las verdades a medias y las mentiras enteras.
Vendo las mentiras que son dichas de verdad
Vendo lo infame, las calumnias, los reproches y el descaro.
Vendo el silencio y las palabras atropelladas.
Vendo la soledad del alma, vendo el olvido, el extravío, las pocas ganas y las promesas aceleradas.
Vendo el desastre, el caos y el suicidio.
Vendo la ira, la cólera y el miedo.
Vendo la farsa, la comedia y el drama.
Vendo la queja, la inseguridad y el egoísmo.
Vendo el des-alivio, la fatiga y la ansiedad.
Vendo la incongruencia, la desfachatez y el pasotismo.
Vendo el desazón, la penuria, la enfermedad y el dramatismo.
Vendo el cerebro cuando no hay nada dentro.
Vendo la pereza, la rutina, la cotidianidad y vendo la obligación cuando es interpuesta.
Vendo extrañar a alguien, el paso del tiempo y como este nos hace cambiar.
Vendo a peso las cosas que pesan, las que cargan espaldas y duelen auras.
Vendo el hambre, la guerra y las armas.
Vendo las normas, las palmaditas y las mascaras.
Vendo los despidos y las despedidas.
Vendo los retales de una vida que ya he vivido.
Vendo la tristeza del que se siente ignorado, el mal humor del malhumorado y la autoestima del despechado.
Vendo la infidelidad del que no sabe decir que no y vendo también las justificaciones del posterior.
Vendo la mirada triste, la de dolor, la que te busca entre la gente y te hace sentir culpable aún sin razón.
Vendo lo invendible.
Aún sabiendo que a nadie le debería interesar.
Vendo las preguntas que no llevan a qué y vendo las respuestas que no sirven de qué.
Vendo las ganas, el cansancio, la indecisión, las dudas y las metáforas.
Vendo la desilusión.
Cuando nadie me oye, vendo hasta mi voz.
Vendo la tristeza, las lágrimas, el mal sueño y las malas caras.
Vendo la rutina, las obligaciones, el aburrimiento, el querer y no poder y de paso también vendo, el querer y no saber.
Vendo los sueños que no se cumplen y los que se olvidan al despertar.
Vendo los envases del vacío, los remiendos del castigo y los insultos desmentidos.
Vendo las verdades a medias y las mentiras enteras.
Vendo las mentiras que son dichas de verdad
Vendo lo infame, las calumnias, los reproches y el descaro.
Vendo el silencio y las palabras atropelladas.
Vendo la soledad del alma, vendo el olvido, el extravío, las pocas ganas y las promesas aceleradas.
Vendo el desastre, el caos y el suicidio.
Vendo la ira, la cólera y el miedo.
Vendo la farsa, la comedia y el drama.
Vendo la queja, la inseguridad y el egoísmo.
Vendo el des-alivio, la fatiga y la ansiedad.
Vendo la incongruencia, la desfachatez y el pasotismo.
Vendo el desazón, la penuria, la enfermedad y el dramatismo.
Vendo el cerebro cuando no hay nada dentro.
Vendo la pereza, la rutina, la cotidianidad y vendo la obligación cuando es interpuesta.
Vendo extrañar a alguien, el paso del tiempo y como este nos hace cambiar.
Vendo a peso las cosas que pesan, las que cargan espaldas y duelen auras.
Vendo el hambre, la guerra y las armas.
Vendo las normas, las palmaditas y las mascaras.
Vendo los despidos y las despedidas.
Vendo los retales de una vida que ya he vivido.
Vendo la tristeza del que se siente ignorado, el mal humor del malhumorado y la autoestima del despechado.
Vendo la infidelidad del que no sabe decir que no y vendo también las justificaciones del posterior.
Vendo la mirada triste, la de dolor, la que te busca entre la gente y te hace sentir culpable aún sin razón.
Vendo lo invendible.
Aún sabiendo que a nadie le debería interesar.
martes, 23 de noviembre de 2010
Tormentas
Me llaman valiente y no me siento más que cobarde.
Agacho la cabeza y la escondo entre mis alas.
Como quien huye de una tormenta anunciada.
Hace frío, debería quedarme en casa.
Pero necesito estirar los brazos, las piernas, las ganas….
Romper con todo para empezar de nuevo.
Construir, re-construir , lo que queda de mi.
Volver a levantar los pilares que sustenten mis andares.
Empezar de cero, si… suena tan bien.
Volver a ser la de casa, la de siempre…
Amanece más temprano y los días se me hacen muy largos.
Y de noche, efímero es mi sueño.
Amanezco diferente, eso es lo más cierto.
Pero sé que todo volverá a su original.
Tiempo. Tiempo. Tiempo.
Jodido y puto tiempo.
Que me aplasta la cabeza.
Y me ahoga el momento.
Ahora ya soy consciente de todo, de lo bueno y de lo malo.
Ya no pongo en duda el amor, tu amor.
Lo intentamos y no pudo ser.
Eso es lo más triste de todo.
Intentar y fracasar.
Aunque prefiero eso a ni siquiera intentarlo….
O pensar en si quizá…
Que vacío siento.
Que inmenso vacío.
Ante mi el abismo, que provoca tu ausencia.
Repitiendo el eco de mis deseos.
Que retumban en mis huecos.
Malditos recovecos.
Una y otra vez, una y otra vez…
En un acto pacifista ante la visión del final de la guerra.
Ayer no podía olvidarte, hoy tampoco y mañana mucho menos…
Debo encontrar el día para hacerlo…
Poco a poco… como todo.
Y quiero hacerlo en la forma en que lo hago todo.
Escribiendo.
Olvidar tus besos, olvidar esa forma en la que me mirabas…
Como solo tú sabias hacerlo…
Yo me encargaré de paliar conmigo.
Y vencer mis propios miedos.
Lo más lejos a tu lado.
Lo más cerca en tu recuerdo.
Porque necesito sentirte cerca.
Siempre cerca.
Estamos a un solo paso de tenernos siempre.
Solo debemos intentarlo.
Agacho la cabeza y la escondo entre mis alas.
Como quien huye de una tormenta anunciada.
Hace frío, debería quedarme en casa.
Pero necesito estirar los brazos, las piernas, las ganas….
Romper con todo para empezar de nuevo.
Construir, re-construir , lo que queda de mi.
Volver a levantar los pilares que sustenten mis andares.
Empezar de cero, si… suena tan bien.
Volver a ser la de casa, la de siempre…
Amanece más temprano y los días se me hacen muy largos.
Y de noche, efímero es mi sueño.
Amanezco diferente, eso es lo más cierto.
Pero sé que todo volverá a su original.
Tiempo. Tiempo. Tiempo.
Jodido y puto tiempo.
Que me aplasta la cabeza.
Y me ahoga el momento.
Ahora ya soy consciente de todo, de lo bueno y de lo malo.
Ya no pongo en duda el amor, tu amor.
Lo intentamos y no pudo ser.
Eso es lo más triste de todo.
Intentar y fracasar.
Aunque prefiero eso a ni siquiera intentarlo….
O pensar en si quizá…
Que vacío siento.
Que inmenso vacío.
Ante mi el abismo, que provoca tu ausencia.
Repitiendo el eco de mis deseos.
Que retumban en mis huecos.
Malditos recovecos.
Una y otra vez, una y otra vez…
En un acto pacifista ante la visión del final de la guerra.
Ayer no podía olvidarte, hoy tampoco y mañana mucho menos…
Debo encontrar el día para hacerlo…
Poco a poco… como todo.
Y quiero hacerlo en la forma en que lo hago todo.
Escribiendo.
Olvidar tus besos, olvidar esa forma en la que me mirabas…
Como solo tú sabias hacerlo…
Yo me encargaré de paliar conmigo.
Y vencer mis propios miedos.
Lo más lejos a tu lado.
Lo más cerca en tu recuerdo.
Porque necesito sentirte cerca.
Siempre cerca.
Estamos a un solo paso de tenernos siempre.
Solo debemos intentarlo.
McEnroe / Tormentas
sábado, 20 de noviembre de 2010
Silencio
Como entender tu silencio.
Ese silencio.
Mordaza invisible que ahoga tu boca,
haciéndote inservible.
Insensible.
Como entender tu inaccesible.
Transparente y opaco.
Rebotando en la fachada,
de tus cuatro paredes.
Como entender,
tus monosílabos,
susurros acelerados,
que no explican nada.
Como entender,
tu mirada ensimismada,
que es capaz de decir todo,
pero no dice nada.
NADA.
Que finge lo que no habla,
no expresa,
no transmite,
se convierte en vaga.
¿Que eras?
¿En que te has convertido?
falsa,
más que falsa,
no mereces mi castigo.
Se acabó,
se acabó el sufrir en vano.
Que la vida te sonría,
sin rencor,
sin avaricia.
Ausentaré la vida,
la presencia,
el estúpido recuerdo,
de reintentar ser alguien.
Banal esfuerzo,
obsoleto,
de grandes historias,
que se convierten en limosna.
Inservibles,
olvidadas,
desechadas.
Miserias de amor.
De historias que fueron
y
dejaron de serlo.
De la noche a la mañana.
Del amor al odio.
Existe un solo paso.
¿Lo damos?
¿Que tuvo de cierto?
¿tuvo algo?
Hoy dudo.
Dudo tanto…
Ese silencio.
Mordaza invisible que ahoga tu boca,
haciéndote inservible.
Insensible.
Como entender tu inaccesible.
Transparente y opaco.
Rebotando en la fachada,
de tus cuatro paredes.
Como entender,
tus monosílabos,
susurros acelerados,
que no explican nada.
Como entender,
tu mirada ensimismada,
que es capaz de decir todo,
pero no dice nada.
Que finge lo que no habla,
no expresa,
no transmite,
se convierte en vaga.
¿Que eras?
¿En que te has convertido?
falsa,
más que falsa,
no mereces mi castigo.
Se acabó,
se acabó el sufrir en vano.
Que la vida te sonría,
sin rencor,
sin avaricia.
Ausentaré la vida,
la presencia,
el estúpido recuerdo,
de reintentar ser alguien.
Banal esfuerzo,
obsoleto,
de grandes historias,
que se convierten en limosna.
Inservibles,
olvidadas,
desechadas.
Miserias de amor.
De historias que fueron
y
dejaron de serlo.
De la noche a la mañana.
Del amor al odio.
Existe un solo paso.
¿Lo damos?
¿Que tuvo de cierto?
¿tuvo algo?
Hoy dudo.
Dudo tanto…
lunes, 15 de noviembre de 2010
El fin de la resistencia
Me has enseñado tanto, que mis gracias son infinitas y en bucle vuelven a mi boca una y otra vez para ser habladas en voz baja.
Me has enseñado, una vez terminado, que debo aprender a racionalizar mi entrega, porque a fuerza de costumbres pierden su valor e incluso pueden llegar a ni ser vistas.
Me has enseñado que las palabras que no son dichas, se pudren.
Y las dichas sin sentirlas, no se olvidan... al menos por quien las escucha.
Me enseñaste también, a que no debo justificar las carencias, por triste que parezca, quien las tiene las posee y quien las recibe se las adueña.
Que las dudas las siembran quienes no las recogen.
Que la pasión y el romanticismo son la base y cuando no la hay, todo se vuelve superficial.
Que un beso ardiente puede ser mejor que un polvo frío.
Que la distancia en kilómetros es más corta que la longitud de un suspiro.
Que la falta de decisión y la cobardía a la hora de hablar, hunde a quien lucha por la palabra...
Que una señal de alerta, no necesariamente tiene por qué hacer ruido.
Que no se puede pasar página cuando no existe libro entre las manos.
Que saber querer es todo un lujo para quien puede hacerlo... y un espectáculo para quien lo recibe.
Que no sé qué es más triste si no saber demostrar cariño o no saber recibirlo.
Que no ama más aquel que se deja querer, si no el que sabe devolver.
Que el empeño y las ganas hacen al más torpe, un poco más gracioso a la vez que menos vago.
Que cuando se quiere aprender algo, se puede encontrar a la persona que te lo pueda enseñar.
Que algunas miradas no hablan y que algunas bocas estarían mejor calladas.
Que tenemos que tener ojo y saber de quien nos rodeamos porque por desgracia, nos podemos acabar pareciendo a ellos.
Que la vida puede ser muy divertida, pero habrá temporadas que podrán ser aburridas.
Que cada uno mira para si y a la hora de la verdad, muchos dan la espalda.
Que el estado de ánimo es más importante que en qué estás pensando.
Soy consciente que hoy mis palabras pueden hacer mucho daño, que toda esta verborrea escupida por mi boca es el resultado de toda mi impotencia.
Pero es que hoy, si en un descuido me muerdo… me enveneno y muero.
Mi excusa es que estoy cansada de este tipo de historias sin sentido, del hoy te quiero mucho y mañana ya te olvido.
De fingidos y falsas promesas.
Si, estoy cansada, agotada.
Los sentimientos nunca deben oler a mierda.
Pero también soy consciente de que siempre necesito hablar, tarde o temprano la puta escritora tiene que reventar.
Quizá lo estoy pagando con el más débil.
Quizá.
Pero todo aquello que no dije, conmigo no morirá.
Lo digo esta vez y ya.
Me irrita y no sabes cuanto, el seguir queriéndote tanto.
Que te quise y que lo seguiré haciendo.
Aunque suene triste.
“Quizá te estoy mintiendo,
resulta que no puedo aceptar,
que aún te eche de menos y que este menos vaya aún a más.”
Pero es así, te echo en falta.
Y no te lo repetiré jamás.
Tenía mucho por decirte, mucho más por darte.
Pero todo quedará en silencio.
Guardado.
También sé, que recibí de tu parte, todo lo mejor que supiste darme.
Que nadie me diga lo gilipollas que soy, ya me lo digo yo.
GILIPOLLAS con mayúsculas.
Si señor.
Un paso por delante voy de todo lo que me puedan decir.
Pero presto atención.
Y agacho la mirada al darme cuenta, de que lo que piensa el mundo y lo que pienso yo, va en la misma dirección.
Quisiera poder dormir, quisiera poder olvidarme.
Necesito sacarte de esta cabeza, de este corazón.
Necesito dejar de mentirme a mi misma y aceptar mi derrota.
Y despojarme de la vergüenza que en el baremo de mi estupidez, se ha situado en la cota más alta.
Ridícula calamidad que me ahoga.
Mientras intento mantenerme a flote, cueste lo que cueste.
Empezar a hacer un recuento de todo aquello que me llevo, mientras suma y sigue la vida.
Que la única resta que exista, sea la de la importancia ante las cosas que no importan.
Y que las dudas sean para quienes soporten su asfixia.
Tengo que sacarte.
Tengo que olvidarte.
Dejar de pensarte.
De amarte.
Tengo que dejar de sufrirme y dar un paso adelante.
Tengo que hacer tantas cosas que no hago…
Que no se por donde empezar ni por donde acabar.
“Que empiece el viaje ya…
infinita ingenuidad,
ilusión centesimal,
me creía tan capaz,
con mi cápsula de albal,
mi torpeza fue total,
de tan grande es demencial,
no detecto una señal,
nunca encontraré el lugar…
donde al fin me entienda.“
Me has enseñado, una vez terminado, que debo aprender a racionalizar mi entrega, porque a fuerza de costumbres pierden su valor e incluso pueden llegar a ni ser vistas.
Me has enseñado que las palabras que no son dichas, se pudren.
Y las dichas sin sentirlas, no se olvidan... al menos por quien las escucha.
Me enseñaste también, a que no debo justificar las carencias, por triste que parezca, quien las tiene las posee y quien las recibe se las adueña.
Que las dudas las siembran quienes no las recogen.
Que la pasión y el romanticismo son la base y cuando no la hay, todo se vuelve superficial.
Que un beso ardiente puede ser mejor que un polvo frío.
Que la distancia en kilómetros es más corta que la longitud de un suspiro.
Que la falta de decisión y la cobardía a la hora de hablar, hunde a quien lucha por la palabra...
Que una señal de alerta, no necesariamente tiene por qué hacer ruido.
Que no se puede pasar página cuando no existe libro entre las manos.
Que saber querer es todo un lujo para quien puede hacerlo... y un espectáculo para quien lo recibe.
Que no sé qué es más triste si no saber demostrar cariño o no saber recibirlo.
Que no ama más aquel que se deja querer, si no el que sabe devolver.
Que el empeño y las ganas hacen al más torpe, un poco más gracioso a la vez que menos vago.
Que cuando se quiere aprender algo, se puede encontrar a la persona que te lo pueda enseñar.
Que algunas miradas no hablan y que algunas bocas estarían mejor calladas.
Que tenemos que tener ojo y saber de quien nos rodeamos porque por desgracia, nos podemos acabar pareciendo a ellos.
Que la vida puede ser muy divertida, pero habrá temporadas que podrán ser aburridas.
Que cada uno mira para si y a la hora de la verdad, muchos dan la espalda.
Que el estado de ánimo es más importante que en qué estás pensando.
Soy consciente que hoy mis palabras pueden hacer mucho daño, que toda esta verborrea escupida por mi boca es el resultado de toda mi impotencia.
Pero es que hoy, si en un descuido me muerdo… me enveneno y muero.
Mi excusa es que estoy cansada de este tipo de historias sin sentido, del hoy te quiero mucho y mañana ya te olvido.
De fingidos y falsas promesas.
Si, estoy cansada, agotada.
Los sentimientos nunca deben oler a mierda.
Pero también soy consciente de que siempre necesito hablar, tarde o temprano la puta escritora tiene que reventar.
Quizá lo estoy pagando con el más débil.
Quizá.
Pero todo aquello que no dije, conmigo no morirá.
Lo digo esta vez y ya.
Me irrita y no sabes cuanto, el seguir queriéndote tanto.
Que te quise y que lo seguiré haciendo.
Aunque suene triste.
“Quizá te estoy mintiendo,
resulta que no puedo aceptar,
que aún te eche de menos y que este menos vaya aún a más.”
Pero es así, te echo en falta.
Y no te lo repetiré jamás.
Tenía mucho por decirte, mucho más por darte.
Pero todo quedará en silencio.
Guardado.
También sé, que recibí de tu parte, todo lo mejor que supiste darme.
Que nadie me diga lo gilipollas que soy, ya me lo digo yo.
GILIPOLLAS con mayúsculas.
Si señor.
Un paso por delante voy de todo lo que me puedan decir.
Pero presto atención.
Y agacho la mirada al darme cuenta, de que lo que piensa el mundo y lo que pienso yo, va en la misma dirección.
Quisiera poder dormir, quisiera poder olvidarme.
Necesito sacarte de esta cabeza, de este corazón.
Necesito dejar de mentirme a mi misma y aceptar mi derrota.
Y despojarme de la vergüenza que en el baremo de mi estupidez, se ha situado en la cota más alta.
Ridícula calamidad que me ahoga.
Mientras intento mantenerme a flote, cueste lo que cueste.
Empezar a hacer un recuento de todo aquello que me llevo, mientras suma y sigue la vida.
Que la única resta que exista, sea la de la importancia ante las cosas que no importan.
Y que las dudas sean para quienes soporten su asfixia.
Tengo que sacarte.
Tengo que olvidarte.
Dejar de pensarte.
De amarte.
Tengo que dejar de sufrirme y dar un paso adelante.
Tengo que hacer tantas cosas que no hago…
Que no se por donde empezar ni por donde acabar.
“Que empiece el viaje ya…
infinita ingenuidad,
ilusión centesimal,
me creía tan capaz,
con mi cápsula de albal,
mi torpeza fue total,
de tan grande es demencial,
no detecto una señal,
nunca encontraré el lugar…
donde al fin me entienda.“
The New Raemon / El fin de la resistencia
jueves, 11 de noviembre de 2010
Segundo asalto
Love of lesbian / Segundo asalto
Necesitaba ser dueña y señora, de un "yoismo" en toda regla.
viernes, 5 de noviembre de 2010
Buenas noches...
Despierto cada día, con la sensación de que hoy será el día…
Duermo cada noche, con la sensación de una derrota, de una batalla perdida…
En la cama, lugar que siempre me recuerda a ti, busco la postura cómoda que me haga dormir.
Palabras y más palabras que me acercan cada día más a ti.
En mi cabeza no existe otra cosa, eres primer y último pensamiento.
Tapando y destapando mis neuronas, protegiendo mis sentidos cuando pasan del calor al frío.
Me pasé toda la noche hablándote en voz alta, para ver si me escuchabas.
Deduzco que en la distancia, no escuchaste mis huecas palabras.
Y en este insomnio repentino, que me hace balancearme sobre la cama, no hago mas que imaginarte en ese lado que ya te adueñaste y que anda frío buscándote.
Imagino tus formas convertidas en palabras.
Imagino tus palabras dándonos forma.
Imagino ese próximo encuentro.
Esa posible mirada.
Ese dulce beso.
Imaginando paso la noche, sueños dentro de sueños que me hacen soñar despierta, mientras desperezo lo que queda de mi pereza y saco a flote la poco energía que queda.
El café en una gran taza, pequeños sorbos, legañas…
No he dejado de pensar en ti desde esta madrugada...
no quiero dejar de pensar en ti durante lo que me quede de día...
Clara, directa, sencilla.
Buenos días.
Duermo cada noche, con la sensación de una derrota, de una batalla perdida…
En la cama, lugar que siempre me recuerda a ti, busco la postura cómoda que me haga dormir.
Palabras y más palabras que me acercan cada día más a ti.
En mi cabeza no existe otra cosa, eres primer y último pensamiento.
Tapando y destapando mis neuronas, protegiendo mis sentidos cuando pasan del calor al frío.
Me pasé toda la noche hablándote en voz alta, para ver si me escuchabas.
Deduzco que en la distancia, no escuchaste mis huecas palabras.
Y en este insomnio repentino, que me hace balancearme sobre la cama, no hago mas que imaginarte en ese lado que ya te adueñaste y que anda frío buscándote.
Imagino tus formas convertidas en palabras.
Imagino tus palabras dándonos forma.
Imagino ese próximo encuentro.
Esa posible mirada.
Ese dulce beso.
Imaginando paso la noche, sueños dentro de sueños que me hacen soñar despierta, mientras desperezo lo que queda de mi pereza y saco a flote la poco energía que queda.
El café en una gran taza, pequeños sorbos, legañas…
No he dejado de pensar en ti desde esta madrugada...
no quiero dejar de pensar en ti durante lo que me quede de día...
Clara, directa, sencilla.
Buenos días.
lunes, 1 de noviembre de 2010
Debes saber...
Me descubrí tranquila con mi manera de amarte.
Porque no quería y ahora no puedo olvidarte.
Tienes que saber, debes saber, tienes que entender...
que ahora ya no puedo estar sin ti.
Con la visión de que no debo hacer otra cosa más que amarte
Con la certeza de que no puedo hacer otra cosa más que amarte.
Con la afirmación aplastante de que no quiero hacer otra cosa más que amarte.
Que no quede nada por hacer...
Que no quede nada por decir....
Que no quede nada por sentir...
Porque no quería y ahora no puedo olvidarte.
Tienes que saber, debes saber, tienes que entender...
que ahora ya no puedo estar sin ti.
Con la visión de que no debo hacer otra cosa más que amarte
Con la certeza de que no puedo hacer otra cosa más que amarte.
Con la afirmación aplastante de que no quiero hacer otra cosa más que amarte.
Que no quede nada por hacer...
Que no quede nada por decir....
Que no quede nada por sentir...