Podría bajo esquemas,
organizarme como de costumbre,
papeles en blanco
que llenan de palabras mi memoria…
Quizá la mente…
quizá…
el sistema,
que esta vez sin computar
suma y sigue sin recordar,
cuantas fueron
ni cuantas serán…
las veces
que llegue a alcanzar
eso que llaman
felicidad.
Por una vez en mi vida,
decidí no pensar,
decidí no darle vueltas
a lo que esta bien o mal,
decidí jugar,
sin más.
No tuve remordimientos,
no necesité respuestas a mis no preguntas,
porque ni tan siquiera me las cuestioné…
Decidí sobre la marcha,
en el preciso y justo momento,
guiada por la apetencia
de la simpleza de mi cuerpo.
Ese cuerpo que reumático
a temprana edad,
se oxidaba aún medicándose
contra su voluntad…
mientras el dolor era latente
a la vez
que visible…
en esa extraña enfermedad,
aún sin catalogar…
llamada…
Mal de amar.
Y desnudé la cabeza de velos,
desvestí también el cuerpo
y
desnuda
por completo,
lubriqué con aceite
las esquinas…
todos…
mis recovecos,
hasta conseguir
un funcionamiento casi perfecto…
de aquello que aprendí una vez
y que no olvidé con el tiempo.
Puesta a punto en tacto, gusto y sentido.
En alma, corazón y vida.
Motor en marcha,
en constante movimiento.
Y que sin hacer ruido,
me lleva a ti…
y me trae de vuelta
a mi…
sin pasar por otro sitio.
Caminos de ida
caminos de vuelta,
sin preguntas formuladas
que nazcan de la duda
quizá interpuesta
o
quizá existencial…
Por lo ya vivido
o
de lo que esta por llegar.
Tranquilidad.
Por fin,
tranquilidad.
Menuda extraña sensación esta…
que se ha acomodado en mi casa…
que como vestida de domingo,
en zapatillas y pijama
me habla entre susurros
y
me da los buenos días
casi
cada
mañana.
Podría decir mucho más
como también podría…
sentir mucho menos.
Pero de podrías,
he vaciado mi vida…
con intentos de avaricia,
con mucho de empeño,
solo quiero
llenarla
de infinitas alegrías.
Esas que me pide el cuerpo.
Esas que me ofrece la vida.
Esas que me das tú…
sin apenas esperar
y
sin pedir nada a cambiar.
Aun recuerdo mis palabras
diciendo “no es el momento”,
maldita bastarda
soy
y
me siento,
al recordar al rescatado recuerdo
de intentar negarme a mi misma
lo bueno,
por creer simplemente,
que no lo merezco.
MIS COSITAS
▼
jueves, 29 de abril de 2010
lunes, 26 de abril de 2010
Pequeñas miradas
Cerré mis ojos.
Los apreté bien fuerte.Primero la oscuridad.
Después formas borrosas.
Por último tú.
Me volaste la cabeza con tu pistola de sonrisas.
Mientras dormías, perdí tu mirada.
Anduve buscándola entre las sabanas y la encontré de nuevo, entre mis piernas.
Punto de salida.
Punto de llegada.
Miradas que se cruzan y se retan.
¿Quién ganará esta guerra?
En la que no existe bandera blanca…
Donde hay descanso para reponer fuerzas.
Pero no el suficiente para parecer un poco cuerdas…
En apenas cuatro metros cuadrados se pueden lidiar las mejores peleas.
¿Lo sabías?
Cara a cara, te quiero decir tantas cosas y acabo por no decirte nada...
Me miras, creo que entiendes lo que te digo sin llegar a pronunciar palabra.
Hoy todo lo demás es lo de menos.
Me robas impune el tiempo de ese reloj que no llevo…
Deberíamos dormir ¿no crees?
Creo que voy a empezar a romperme...
Anda, va, déjame dormir un poco…
Que venga, va, yo también te dejaré un ratito…
Fotografía: DANI
domingo, 25 de abril de 2010
Bizarra
Quería pedirte perdón.
Perdón por sentirme pequeña, a veces insignificante… y a veces grande, muy grande.
Por pensar más de la cuenta…
Por robarte las horas de sueño… y no dejarte descansar.
Por pasar la noche en silencio.
Por querer todos y cada uno de tus incontables besos.
Por molestarte a veces con el cuerpo.
Por olvidarme alguna vez de preguntarte ¿como estas? ¿Cómo fue tu día? ¿Cómo es tu vida?.
Por no dejarte hablar a veces y contarte, como estoy, como fue mi día y como es mi vida, sin que tú me lo preguntes.
Perdóname sin no te dije lo bonita que estabas, ni que tus piernas me producen vértigo, que tu mirada es deliciosa o que tu boca esta hecha para que yo la bese y de vez en cuando la calle…
Por desconocer el número de tus pecas.
Y recordar el número de tus pechos.
Perdóname por ser así, de esta manera, tan elocuente y a veces tan absurda.
Perdóname si queriéndote alegrar los oídos, a veces no pronuncio bien, a veces me atropello, a veces digo cosas sin sentido o imagino estampas dignas de pasar al olvido.
Perdóname por ser ridícula y además decirlo.
Por reconocerlo y además no importarme serlo.
Pero es que la mayor ridiculez empieza y acaba en mí.
Empieza en el sin sentido de mi vida antes de…
Y acaba en el sin sentir, después de…
Perdón por sentirme pequeña, a veces insignificante… y a veces grande, muy grande.
Por pensar más de la cuenta…
Por robarte las horas de sueño… y no dejarte descansar.
Por pasar la noche en silencio.
Por querer todos y cada uno de tus incontables besos.
Por molestarte a veces con el cuerpo.
Por olvidarme alguna vez de preguntarte ¿como estas? ¿Cómo fue tu día? ¿Cómo es tu vida?.
Por no dejarte hablar a veces y contarte, como estoy, como fue mi día y como es mi vida, sin que tú me lo preguntes.
Perdóname sin no te dije lo bonita que estabas, ni que tus piernas me producen vértigo, que tu mirada es deliciosa o que tu boca esta hecha para que yo la bese y de vez en cuando la calle…
Por desconocer el número de tus pecas.
Y recordar el número de tus pechos.
Perdóname por ser así, de esta manera, tan elocuente y a veces tan absurda.
Perdóname si queriéndote alegrar los oídos, a veces no pronuncio bien, a veces me atropello, a veces digo cosas sin sentido o imagino estampas dignas de pasar al olvido.
Perdóname por ser ridícula y además decirlo.
Por reconocerlo y además no importarme serlo.
Pero es que la mayor ridiculez empieza y acaba en mí.
Empieza en el sin sentido de mi vida antes de…
Y acaba en el sin sentir, después de…
Bloc Party - This modern love
miércoles, 21 de abril de 2010
A dos metros bajo tierra
Cerrar la puerta, contigo-conmigo dentro.
Mirarte sin que me veas hacerlo.
Pasar a verte, cuando tu decides mirarme…
Como si no pasara nada, como si fuese algo tan normal, tan sencillo…
Pasando de mirarte a verte en un suspiro.
Mientras pienso.
Mientras deseo en silencio.
Porque en silencio intento estar y en el silencio me quedo.
No a hablar por hablar.
No siempre encaja el bienestar cuando no se dice nada.
Contigo si.
Conmigo también.
Quizá si, a besar por besar… porque a todas horas quiero hacerlo y no siempre me lo das.
Cuando pasas de un encanto, al gran ENCANTO, dando paso a lo que será un gran truco de magia…
Nerviosa, expectante, sin perder detalle… y perdiéndolos todos, entre los impulsos frenéticos que adornan los cuerpos…
Te miro.
Me miras.
Nos MIRAMOS.
Callas.
Callo.
Nos CALLAMOS.
Ya llega el momento… cuando quieras… nos BESAMOS.
Mirarte sin que me veas hacerlo.
Pasar a verte, cuando tu decides mirarme…
Como si no pasara nada, como si fuese algo tan normal, tan sencillo…
Pasando de mirarte a verte en un suspiro.
Mientras pienso.
Mientras deseo en silencio.
Porque en silencio intento estar y en el silencio me quedo.
No a hablar por hablar.
No siempre encaja el bienestar cuando no se dice nada.
Contigo si.
Conmigo también.
Quizá si, a besar por besar… porque a todas horas quiero hacerlo y no siempre me lo das.
Cuando pasas de un encanto, al gran ENCANTO, dando paso a lo que será un gran truco de magia…
Nerviosa, expectante, sin perder detalle… y perdiéndolos todos, entre los impulsos frenéticos que adornan los cuerpos…
Te miro.
Me miras.
Nos MIRAMOS.
Callas.
Callo.
Nos CALLAMOS.
Ya llega el momento… cuando quieras… nos BESAMOS.
jueves, 15 de abril de 2010
Besos
Silencio.
Alientos.
Respiración tosca.
En juego dos bocas.
La tuya y la mía.
Ambas tercas.
Se buscan.
Sin mapa.
Sin brújula.
Llegando a su meta.
Con destino y horizonte.
Besarse.
Encontrarse.
Sin espacios.
Sin retoques.
Lucha de lenguas a un solo asalto.
Pulso muscular sin ganador final.
Lenguas húmedas, en constante movimiento.
Puja de titanes con hambre.
Dispuestas a devorarse.
viernes, 9 de abril de 2010
00:03:49
00:03:49.
Ese fue el tiempo.
Asentí con la cabeza durante.
Delante.
Animándote en silencio.
Escuché todo lo que no me dijiste.
Observé todas las miradas que no me dedicaste.
Pensando en que el arte te lleva dentro.
En silencio.
De fondo sonaba la canción ideal, para un momento que no lo es tanto.
Pero aguanté el tipo junto con la emoción… con los ojos vidriosos.
Abismos dispuestos a desbordarse.
Al ver tu mirada de inocencia continuada, al ver tu dulzura exquisita y oír de nuevo tus siseos…
Y tus manos, esas que siguen siendo pequeñas, esas que quieren abarcarlo todo, por fin con algo entre ellas.
Perdí la sonrisa al no ver la tuya.
Esa es la verdad.
Me traspasó el sentimiento.
Recordé momentos.
Esbozos de sonrisas tímidas que esconden tu alegría retenida.
Y la mía.
Después de esos 00:03.49, no te pude hablar, no te pude tocar ni tan siquiera odiar.
No pude decirte nada.
Nada.
…
+ …
Puntos suspensivos ante mi no saber que decir, ni que pensar, ni que hacer.
Me quedé sin palabras.
Una vez más.
Y no se porque demonios estoy escribiendo todo esto.
Será que hoy si que adivino mis palabras.
Apagué el móvil en señal de protesta.
Protesté por una llamada que no me hiciste, que no me haces y que no se si me harás.
No es lo mismo ser que estar, me reafirmo en un impulso casi ridículo cuando me digo que apagando, dejo de esperar tu sonido preguntándome ¿como estas?
Es triste.
Quizá la triste soy yo.
Me da igual.
Sin sueño.
Apenas pude dormir.
Te tuve delante.
Vi tu cara, oí tu voz…
Me quedé sin nada.
Con mucho de tristeza.
Porque mi tristeza dura lo que duran tus silencios.
Con lo que pudo haber sido y acabó solo en palabras.
Hoy ni siquiera en eso.
Parece que así lo quisiste…
Tu no querías y sigues no queriendo.
Yo no quería, eso decía, pero sigo mintiendo.
No te pedía nada.
Sigo sin pedirte nada.
Sigo sin esperar nada.
Solo quiero recuperar el habla, de mi boca callada.
Tan solo desearía saber que es lo que pasó, que es lo que pasa entre tu y yo.
Creo que merezco que le devuelvas el sonido a tus palabras.
Y me hables.
Te escucharé.
Porque me quedé así, sin entender nada, sin saber nada, sin pelear mi ignorancia.
Ningún tonto se queja de serlo.
Ninguno menos yo.
No me conformo con tener que ser siempre la que tiene paciencia, la que tiene que entenderlo todo, la que siempre se tiene que adaptar al mundo de los demás, esa que siempre espera, esa que no pelea, que no grita, esa que lo dice casi todo con una sonrisa aunque le puedan las ganas.
Con las ganas siempre estoy y con las ganas siempre me quedo.
¡Joder, que triste!
Pero hace ya algún tiempo que empecé a cansarme de ser siempre “la otra”, la de por si acaso, la de si apetece, la de de vez en cuando…
Esa que de tan buena, resulta que es tonta.
Lucharía por ti, porque creo en ti.
Pero no quiero luchar por nada, si nada es lo que sientes.
La vida a veces me resulta cansina.
Buscavidas buscando su vida.
Debería encontrar la mía….
Deseo ser alguien.
Deseo serlo todo.
Quiero ser algo, un algo que a veces siente que no es nada.
Debe ser difícil ser tú.
Pero también es difícil ser yo.
Las cosas empiezan de nuevo, en el mismo punto en el que tu las dejas.
Te pude odiar y no lo hice, me pareció una perdida de tiempo.
Te pude amar, pero no llegaste a tiempo.
¿De que esta echo el tiempo del que espera?
Supongo que de lo mismo que del que quiere sentir y no siente.
Me quedé esperando…
Esperando nada.
Como siempre es siempre igual, nada cambia.
Banal capricho de sentimientos sin sentido.
Queríamos jugar a ser diferentes y no pasamos de mediocres.
Y ni tu ni yo lo somos.
Me gustaría que me cantaras que no quieres no estar a mi lado.
Recorrer tus vértices.
Conocer tus matices.
Dejar de ser una más de cientos.
Y no callar lo que siento.
Con las ganas estoy…. Y con las ganas me quedo.
Con 00:03:49 menos.
Me moriré de ganas…. de decirte… que te voy a echar de menos.
miércoles, 7 de abril de 2010
Cada día peor...
Estaba buscando una cosa y no recuerdo el qué.
Me enfado.
Intento recordar.
Si vine hasta aquí es porque estaba haciendo algo.
¿Que estaba haciendo?
Ah si… ya recuerdo.
Tengo que encontrar ese papel, lo necesito.
Juraría que lo puse aquí.
Pero aquí no está.
¡Joder!
Por que demonios tuve que poner orden el otro día.
Si yo me organizo muy bien en mi propio desorden.
Se donde está cada cosa.
Bueno, más o menos.
Y cuando ordeno me desordeno.
Cada día lo tengo más claro.
Aquí está.
¡Bien!
Hoy creo que es el cumpleaños de alguien.
¿De quién?
Tampoco me acuerdo.
¡Joder!
Voy a mirar si el sr. Facebook me lo dice.
¡Pues no!
¿Y en la agenda?
¡Pues tampoco!
Claro, las cosas no se anotan solas.
Y estando en Abril aún no he tenido tiempo de apuntar todas aquellas cosas que no quiero que se me olviden.
¡Pero la agenda está casi vacía!
No quiero pensar en la de cosas que se me habrán pasado por alto.
¡Joder!
Creo que es el cumpleaños de “x”… juraría que sí.
Venga, voy a llamar.
Llamo.
¡¡¡ Felicidades!!!
¡Laura… fue la semana pasada… pero gracias!
¡Joder! Bueno, mejor tarde que nunca…¿no?
Si si… jajaja no cambiarás nunca.
Ya… lo siento.
Hablamos un rato y cuelgo.
Me voy a hacer un café.
Enciendo la maquina.
Llaman a la puerta.
El excelentismo Sr. Presidente de la comunidad.
¿Qué hay reunión de vecinos el día x? ¡Ah, que bien! Genial. Y así nos ponemos de acuerdo si pintamos o no. Perfecto.
Cierro la puerta.
¡Joder! ¡ Me cago en..!
Odio esas malditas reuniones.
Me sacan de quicio.
A ver quién chilla más.
Creo que lo voy a apuntar en la agenda… así no se me olvidará.
¿Qué día me ha dicho?
¡Jodeeeer!
Que no me acuerdo….
¿Y yo, que iba a hacer antes de tan grata visita?
Ah si… un café…
Muy bien Laura, te has acordado.
A ver si me activo.
Me lo hago.
Vengo al comedor, me pongo a escribir todo esto… sin saber muy bien el porqué.
Y después de algo más de diez minutos…
Me enciendo un cigarro… y pienso…
Con un cigarrito queda bien un café.
Por cierto… ¿yo no me había hecho uno?
¿Dónde está?
Me pongo a buscar al café turístico… y ahí solito esta, abandonado en la mesa de la cocina… pobre.
Todo frío.
Me hago otro.
Y me espero hasta que se hace, sin moverme de la cocina ni hacer nada más.
Antes la culpa del olvido fue que me puse a tender la lavadora.
Así que ahora, Laura… a lo que debes estar.
Vuelvo al comedor.
Me siento.
Me fumo un cigarro y me tomo el café.
Y me pongo a pensar…
¿Dónde diablos me olvidé mi memoria?
A mi estas cosas antes no me pasaban…
Será la edad…
Digo yo…
Me enfado.
Intento recordar.
Si vine hasta aquí es porque estaba haciendo algo.
¿Que estaba haciendo?
Ah si… ya recuerdo.
Tengo que encontrar ese papel, lo necesito.
Juraría que lo puse aquí.
Pero aquí no está.
¡Joder!
Por que demonios tuve que poner orden el otro día.
Si yo me organizo muy bien en mi propio desorden.
Se donde está cada cosa.
Bueno, más o menos.
Y cuando ordeno me desordeno.
Cada día lo tengo más claro.
Aquí está.
¡Bien!
Hoy creo que es el cumpleaños de alguien.
¿De quién?
Tampoco me acuerdo.
¡Joder!
Voy a mirar si el sr. Facebook me lo dice.
¡Pues no!
¿Y en la agenda?
¡Pues tampoco!
Claro, las cosas no se anotan solas.
Y estando en Abril aún no he tenido tiempo de apuntar todas aquellas cosas que no quiero que se me olviden.
¡Pero la agenda está casi vacía!
No quiero pensar en la de cosas que se me habrán pasado por alto.
¡Joder!
Creo que es el cumpleaños de “x”… juraría que sí.
Venga, voy a llamar.
Llamo.
¡¡¡ Felicidades!!!
¡Laura… fue la semana pasada… pero gracias!
¡Joder! Bueno, mejor tarde que nunca…¿no?
Si si… jajaja no cambiarás nunca.
Ya… lo siento.
Hablamos un rato y cuelgo.
Me voy a hacer un café.
Enciendo la maquina.
Llaman a la puerta.
El excelentismo Sr. Presidente de la comunidad.
¿Qué hay reunión de vecinos el día x? ¡Ah, que bien! Genial. Y así nos ponemos de acuerdo si pintamos o no. Perfecto.
Cierro la puerta.
¡Joder! ¡ Me cago en..!
Odio esas malditas reuniones.
Me sacan de quicio.
A ver quién chilla más.
Creo que lo voy a apuntar en la agenda… así no se me olvidará.
¿Qué día me ha dicho?
¡Jodeeeer!
Que no me acuerdo….
¿Y yo, que iba a hacer antes de tan grata visita?
Ah si… un café…
Muy bien Laura, te has acordado.
A ver si me activo.
Me lo hago.
Vengo al comedor, me pongo a escribir todo esto… sin saber muy bien el porqué.
Y después de algo más de diez minutos…
Me enciendo un cigarro… y pienso…
Con un cigarrito queda bien un café.
Por cierto… ¿yo no me había hecho uno?
¿Dónde está?
Me pongo a buscar al café turístico… y ahí solito esta, abandonado en la mesa de la cocina… pobre.
Todo frío.
Me hago otro.
Y me espero hasta que se hace, sin moverme de la cocina ni hacer nada más.
Antes la culpa del olvido fue que me puse a tender la lavadora.
Así que ahora, Laura… a lo que debes estar.
Vuelvo al comedor.
Me siento.
Me fumo un cigarro y me tomo el café.
Y me pongo a pensar…
¿Dónde diablos me olvidé mi memoria?
A mi estas cosas antes no me pasaban…
Será la edad…
Digo yo…
martes, 6 de abril de 2010
Reflexiones II
La vida a veces es complicada.
Y cuando no lo es, parece que buscamos esa complicación que nos falta.
Como para darle vidilla, interés, intriga o yo que se qué.
Por amor al arte… por arte de magia o simplemente porque nos da la gana.
Y no es que me esté poniendo dramática, que a veces lo soy.
Lo reconozco.
Pero es que hay días en los que siento que el mundo se está volviendo loco.
Que la gente ha perdido sus principios, el respeto y en muchas ocasiones, también los nervios…
Hay un tema de debate entre mi gente.
Un tema al que le damos vueltas y más vueltas desde hace tiempo y que ya, sin más vueltas que darle, acaba en mareo.
Nos preguntamos si la rareza está en los demás o en nosotras mismas y no nos la vemos.
Barajamos las cartas, repartimos y como quién juega al “uno”, ponemos sobre la mesa los diferentes puntos, los fugaces momentos, las extrañas situaciones que nos llevan a pensar sobre lo que está bien o lo que está mal y acabamos por no entender nada, ni el comportamiento de la gente, ni su capacidad para afrontar, ni su actitud ante la vida, ni su aptitud resolutiva.
Estamos en una edad en la que sabemos lo que queremos.
Hasta el día de hoy… años atrás… nos podíamos excusar en la inexperiencia, en la adolescencia, en la ausencia de sensatez, en la locura, en la inmadurez… en tantas y tantas cosas que quizá antes si que nos servían de escudo para hacer las cosas mal y no sentirnos mal por eso…
Pero ahora no.
Ya no.
Tenemos de todo.
Hemos aprendido de todo.
Hemos disfrutado de casi todo.
De lo bueno, de lo malo, de lo ya olvidado.
Y sin darnos cuenta, sin quererlo, maduramos.
No queríamos crecer, pero crecimos.
Y a veces me gustaría retroceder en el tiempo y volver a ser la misma loca insensata de hace unos años.
Pero por mucho que lo pienso, por mucho que lo intento… no puedo.
Y me encuentro siendo niña, pero también mujer.
Niña, porque nunca me adapté a un mundo de adultos lleno de caras largas.
Nunca me adapté y nunca pienso hacerlo.
Y adulta, porque descubrí que la gente miente por costumbre, anda falta de tacto por defecto, por no nombrar la delicadeza, el miramiento o la ética… entre otras carencias.
Que muchas veces carecen también de sentimientos.
Y aún no teniéndolos, los dicen.
Los cuentan.
Como cuentos.
Cuentos que ya no duermen como cuando éramos críos.
Hablar por hablar.
Sentir por sentir.
Joder por joder.
Echo de menos aquella sensación que tenía con quince años.
Todo el mundo era bueno.
No existía la violencia como ahora.
Ni los antros, ni las drogas, ni la muerte, ni el dolor.
La única preocupación que tenía era la de intentar ser la mejor de mi equipo, cargármelas a la espalda y hacerles ganar el partido.
Otra cosa que me quitaba el sueño era la de poder administrarme la pequeña paga que me daban, decidir sobre si ir al cine o comer pipas en cualquier parque, o si fumarme mi primer cigarrillo o no.
Que tiempos…
Era una cría, si.
Sentía como que no encajaba donde estaba, pero era feliz.
Inocente.
Me sigo sintiendo igual.
Me sigo creyendo todo lo que me dicen, me sigo adaptando a las situaciones que me toca vivir, me sigo sintiendo capaz de lograr casi todo lo que me proponga y sigo pensando que me como el mundo el día que quiera.
Eso si no me come el antes a mi.
Pero es lo que hay, es lo que siento.
Un puzzle de infinitas piezas que acaban encajando unas con otras.
Hegemonía perfecta.
Aunque no quiera.
Aunque el puzzle se convierta en cruz, una vez colocadas las esquineras.
Da igual, todo acaba encajando un día u otro, con paciencia y más paciencia.
Y si mi sobrina es capaz de resolverlos aunque tengan 300 piezas, ¿porque no voy yo a ser capaz de completar mi puzzle interno? sabiendo de antemano que esta hecho de muchísimas menos piezas...
No quiero ponerle fin a nada, me gustaría que todo fuese cierto, me gustaría creer de nuevo en las personas, apostar por ellas con la tranquilidad de saber que no fallarán, esa tranquilidad que ahora me falta.
Que no se donde está y que no se si volverá.
Seguramente se fue tras los que alguna vez me fallaron y me hicieron descreer.
No lo sé.
Creo y descreo.
Creo y descreo.
Una y otra vez.
Y así me encuentro, escribiendo y escribiendo con un poco de desazón y un mucho de agotamiento venido a menos al ponerlo entre mis dedos.
Podría hablar horas y horas sobre la hipocresía, sobre la dejadez, sobre la mentira, sobre la indiferencia, sobre el olvido, sobre el tiempo, sobre los sueños, sobre promesas que no se cumplieron, sobre la injusticia, sobre la madurez, sobre la muerte, sobre la vida, sobre sentimientos que por suerte no me faltan y siento, ellos no se fueron… sobre ti, sobre mi, sobre ellos y ellas, sobre cualquier cosa, con o sin sentido…
Porque con cualquier cosa, soy y siento.
Y aunque a veces no encaje, aquí estoy.
Yo que no soy capaz de hablar lo que escribo.
Y que siempre escribo lo que no digo.
Lo dicho, será que soy yo la rara…
Y no quiero admitirlo.
Y cuando no lo es, parece que buscamos esa complicación que nos falta.
Como para darle vidilla, interés, intriga o yo que se qué.
Por amor al arte… por arte de magia o simplemente porque nos da la gana.
Y no es que me esté poniendo dramática, que a veces lo soy.
Lo reconozco.
Pero es que hay días en los que siento que el mundo se está volviendo loco.
Que la gente ha perdido sus principios, el respeto y en muchas ocasiones, también los nervios…
Hay un tema de debate entre mi gente.
Un tema al que le damos vueltas y más vueltas desde hace tiempo y que ya, sin más vueltas que darle, acaba en mareo.
Nos preguntamos si la rareza está en los demás o en nosotras mismas y no nos la vemos.
Barajamos las cartas, repartimos y como quién juega al “uno”, ponemos sobre la mesa los diferentes puntos, los fugaces momentos, las extrañas situaciones que nos llevan a pensar sobre lo que está bien o lo que está mal y acabamos por no entender nada, ni el comportamiento de la gente, ni su capacidad para afrontar, ni su actitud ante la vida, ni su aptitud resolutiva.
Estamos en una edad en la que sabemos lo que queremos.
Hasta el día de hoy… años atrás… nos podíamos excusar en la inexperiencia, en la adolescencia, en la ausencia de sensatez, en la locura, en la inmadurez… en tantas y tantas cosas que quizá antes si que nos servían de escudo para hacer las cosas mal y no sentirnos mal por eso…
Pero ahora no.
Ya no.
Tenemos de todo.
Hemos aprendido de todo.
Hemos disfrutado de casi todo.
De lo bueno, de lo malo, de lo ya olvidado.
Y sin darnos cuenta, sin quererlo, maduramos.
No queríamos crecer, pero crecimos.
Y a veces me gustaría retroceder en el tiempo y volver a ser la misma loca insensata de hace unos años.
Pero por mucho que lo pienso, por mucho que lo intento… no puedo.
Y me encuentro siendo niña, pero también mujer.
Niña, porque nunca me adapté a un mundo de adultos lleno de caras largas.
Nunca me adapté y nunca pienso hacerlo.
Y adulta, porque descubrí que la gente miente por costumbre, anda falta de tacto por defecto, por no nombrar la delicadeza, el miramiento o la ética… entre otras carencias.
Que muchas veces carecen también de sentimientos.
Y aún no teniéndolos, los dicen.
Los cuentan.
Como cuentos.
Cuentos que ya no duermen como cuando éramos críos.
Hablar por hablar.
Sentir por sentir.
Joder por joder.
Echo de menos aquella sensación que tenía con quince años.
Todo el mundo era bueno.
No existía la violencia como ahora.
Ni los antros, ni las drogas, ni la muerte, ni el dolor.
La única preocupación que tenía era la de intentar ser la mejor de mi equipo, cargármelas a la espalda y hacerles ganar el partido.
Otra cosa que me quitaba el sueño era la de poder administrarme la pequeña paga que me daban, decidir sobre si ir al cine o comer pipas en cualquier parque, o si fumarme mi primer cigarrillo o no.
Que tiempos…
Era una cría, si.
Sentía como que no encajaba donde estaba, pero era feliz.
Inocente.
Me sigo sintiendo igual.
Me sigo creyendo todo lo que me dicen, me sigo adaptando a las situaciones que me toca vivir, me sigo sintiendo capaz de lograr casi todo lo que me proponga y sigo pensando que me como el mundo el día que quiera.
Eso si no me come el antes a mi.
Pero es lo que hay, es lo que siento.
Un puzzle de infinitas piezas que acaban encajando unas con otras.
Hegemonía perfecta.
Aunque no quiera.
Aunque el puzzle se convierta en cruz, una vez colocadas las esquineras.
Da igual, todo acaba encajando un día u otro, con paciencia y más paciencia.
Y si mi sobrina es capaz de resolverlos aunque tengan 300 piezas, ¿porque no voy yo a ser capaz de completar mi puzzle interno? sabiendo de antemano que esta hecho de muchísimas menos piezas...
No quiero ponerle fin a nada, me gustaría que todo fuese cierto, me gustaría creer de nuevo en las personas, apostar por ellas con la tranquilidad de saber que no fallarán, esa tranquilidad que ahora me falta.
Que no se donde está y que no se si volverá.
Seguramente se fue tras los que alguna vez me fallaron y me hicieron descreer.
No lo sé.
Creo y descreo.
Creo y descreo.
Una y otra vez.
Y así me encuentro, escribiendo y escribiendo con un poco de desazón y un mucho de agotamiento venido a menos al ponerlo entre mis dedos.
Podría hablar horas y horas sobre la hipocresía, sobre la dejadez, sobre la mentira, sobre la indiferencia, sobre el olvido, sobre el tiempo, sobre los sueños, sobre promesas que no se cumplieron, sobre la injusticia, sobre la madurez, sobre la muerte, sobre la vida, sobre sentimientos que por suerte no me faltan y siento, ellos no se fueron… sobre ti, sobre mi, sobre ellos y ellas, sobre cualquier cosa, con o sin sentido…
Porque con cualquier cosa, soy y siento.
Y aunque a veces no encaje, aquí estoy.
Yo que no soy capaz de hablar lo que escribo.
Y que siempre escribo lo que no digo.
Lo dicho, será que soy yo la rara…
Y no quiero admitirlo.