No busques poesía tradicional en este blog. Esto es lo más parecido a un poema que soy capaz de escribir.

lunes, 29 de octubre de 2012

Recovecos.

En la esquina de tu perfil,
allí donde cóncava tu sonrisa acaba,
en ese lugar donde un lunar distrae mi mirada….
el mismo lugar por el que salen siempre pausadas tus palabras.

Es allí donde tus ojos terminan afilando tu mirada,
en otra de tus esquinas acabadas,
donde barren dos arrugas,
toda la felicidad que gastas….

Esos ojos que cierras mientras me besas,
de esa forma tan dulce que demuestras,
vista desde arriba eres preciosa,
lo mismo que desde abajo,
igual que el barranco de tus pestañas,
por el que caigo en cada parpadeo,
sin red y sin importancia.

Es tu cara,
lugar de distracción repentina mientras mi retina embobada te dosifica.
esos ojos,
esa mirada,
esa boca,
esa saliva que me hidrata,
esa peca,
ese lunar que beso con ganas,
esa melena que mis dedos entrelazan,
esa lujuria que acata,
la vergüenza que aparece
y que disipo…
con sonrisas alborotadas.

Son tantas las cosas que te diría…
tantas las palabras que en mi boca callan…
te mire por donde te mire,
la serenidad me sorprende,
la impaciencia me puede,
la incongruencia se dispara…
las rodillas crujen y bailan,
mientras te sigo debiendo un baile…
y más de mil palabras.

Déjame acompañarte,
de ahora en adelante.
o sonrío o me diluyo,
dime tu,
 ¿con qué prefieres quedarte?.


 






martes, 9 de octubre de 2012

Alarde.

Muerdo tu lengua,
esa que sabe a metal,
mientras juegas indecente a cazarme,
sin que yo ponga resistencia,
pero si alarde,
de melena larga en mi cabeza,
de un pelo del que no soy dueña,
de unas pecas que marean,
de unos labios que rodean mientras sellan.

Me resguardo,
en una esquinita del armario,
de ese del que entro y salgo,
cuando me conviene,
cuando ya no puedo evitarlo.

Dicen que es de sabios,
reconocer los fallos,
supongo que intento serlo a diario,
mientras voy reconociendo…
que no soy capaz de afrontar,
la que es mi debilidad,
me equivoco
y me vuelvo a equivocar,
pero es que al mirarte,
a veces…
“ya no existe nada más”.

Alarde,
cuando me miras,
alarde cuando vuelvo a pasar por no haber sido vista,
alarde constante de sonrisas,
que siempre te buscan…
y que siempre te encuentran.

Alarde,
cuando te acercas,
alarde… cada vez,
que mi boca saborea lo que hay entre tus piernas,
alarde,
puro alarde de egocéntrica,
que se vuelve inocente,
cada vez que me dices que llegas.